Por Ángel Tomás Lázaro
¿Cómo expresarte mi gratitud sin límites por las creaciones que nos ofreces, querido compositor? ¿Cómo hacerte llegar mi reconocimiento por tu entrega y la sensibilidad con la que das vida a los sonidos, querido músico?
Existe un arcano sueño en la música clásica que soñáis compositores y músicos, y es que el oyente sea capaz de acceder a la sustancia de la música que con tanta pasión creáis y producís. Pero este es también el objetivo del oyente que desea descubrir la verdadera naturaleza del universo musical.
Ha surgido un tipo de oyente activo y creativo que ha logrado elaborar herramientas propias con las que acceder a la música, es un oyente que practica la escucha como un verdadero arte, que lo integra en su recorrido vital y que incluso ha podido hacer de ello su profesión.
Compositor, músico y oyente conformamos un triángulo interdependiente. Cada uno juega un papel fundamental y juntos somos más que la suma de las partes. Soy oyente y no necesito tener conocimientos de composición, ni de interpretación, sin embargo, mi formación y mis conocimientos como oyente me permiten entrar en el corazón de la música, ir a las profundidades de la música de un modo único. Convierto en consciencia los sonidos, sin esa consciencia las composiciones no son nada. Empleo mi mente y mi sensibilidad para que el pensamiento musical que lanzáis con las notas y sonidos adquiera forma.
Del mismo modo mi labor es imposible sin la vuestra. El destino final de la música clásica no es la sala de conciertos, ni tampoco la música va de emociones, aunque las active; ni existe como entretenimiento, aunque nos divierta. El destino final es el espíritu humano, es el oyente que reconoce su contenido y lo vive. ¿Estamos preparados?
El oyente activo y consciente puede abrir nuevas perspectivas en la música clásica. ¿No creéis que futuro de la música clásica pasa por ese tipo de oyente? Un oyente así puede protagonizar una revolución. Existen infraestructuras para formar a músicos, pero ¿dónde se forman los oyentes?
¿Se debe o puede producir una expansión del arte de escuchar? ¿Puede darse una profesionalización del oyente? Hace más de cuarenta años un musicólogo sufrió una transformación esencial y se convirtió en un oyente auténtico. Como consecuencia creó una metodología específica para oyentes y la primera escuela internacional para su formación, para dar a conocer este modo de entablar un diálogo directo y apasionado con los sonidos de los maestros musicales. Cuenta con la creación de un tipo de partitura especial para oyentes. Apenas todo esto es conocido ¿Por qué?
Ninguna inteligencia artificial puede vivir la música, es algo exclusivo del ser humano. Muchas cosas significativas suceden en una persona cuando escucha, se ponen en marcha acontecimientos a nivel perceptivo, fisiológico, psicológico y en especial a nivel de consciencia. Si la escucha es activa y profunda se pasa de un nivel sensorial y de un nivel emocional a un nivel cognitivo. Es en este nivel, favorecido por un rasgo de apertura a la experiencia y por una imaginación activa, donde acontece la apreciación de la belleza, la reflexión sobre las emociones y es también donde esa minuciosa atención puesta en el flujo musical permite acceder al propósito de las notas, las frases y de cada fuerza musical.
¿De qué esperamos que nos hable la música? ¿De la lista de la compra? La música comunica nuestra naturaleza más esencial y por extensión la del mundo. Afecta de modo integral a lo que somos. Esa comunicación es solo posible por medio directo desde los sonidos, va más allá de cualquier teoría. Recordemos las palabras de Beethoven: ‘La música constituye una revelación más alta que ninguna filosofía’.
Cada oyente puede tener una conexión única con la música. El oyente es creativo cuando se abre a la aventura musical cuando la música le produce una inquietud que resolver, cuando encuentra inspiración en los sonidos, cuando la interroga y explora, cuando descubre nuevas formas de escuchar o de poner en valor lo escuchado. La metodología que pongo en marcha al interactuar con la música implica la participación conjunta de muchas de las inteligencias múltiples descritas por Gardner.
Hacer música es escribirla, hacer música es producirla, hacer música es recibirla. Mi labor es sintonizar plenamente con la música y posibilitar que en esa fusión en la que pongo en juego mi consciencia me permita descubrir su esencia. Escuchar es mi arte, pleno de dignidad y sentido. Soy oyente. Estoy preparado para acoger lo que hacéis compositores e intérpretes y también para compartirlo, podéis contar conmigo.
Estas palabras son a modo de autoafirmación, siento que aún necesito reivindicar mi posición, no me conocéis, aunque tenga décadas de existencia, soy el oyente creativo. Espero que llegue el momento en que no hagan falta escritos como este. ¿Me ayudáis?
Interactuando juntos todos nosotros, compositor, músico y oyente podemos enriquecernos, la música es fundamental en nuestras vidas. Podemos colaborar, aprender y crecer a través de la interacción y el intercambio de ideas. La música es un lenguaje universal que puede unir a las personas, y la perspectiva del oyente creativo puede ser de valor incalculable e incuestionable para el desarrollo y la evolución de la música clásica.
Un enorme y sincero abrazo musical. Todo vuestro, todo de la música.
El oyente creativo
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