Actuaron junto a Simone Alberti y bajo las órdenes de Carlo Rizzari
Dos cantantes han triunfado en el Teatro Flavio Vespasiano de Rieti, conocido por poseer una de las mejores acústicas de Italia. Se trata del tenor granadino Moisés Marín y de la soprano española Carmen Romeu que, a las órdenes del maestro Carlo Rizzari, interpretaron la ópera en un acto Adina, de Giacomo Rossini. Un fantástico título que, desgraciadamente, está fuera del repertorio, pese a la gran calidad de sus piezas.
La función, que tuvo lugar el 29 de septiembre dentro del marco del Reate Festival, mostró a una Carmen Romeu de coloratura limpia y clara y maravillosa interpretación escénica. La joven soprano, que justo este verano hemos podido escuchar, nuevamente, en el Festival Rossini de Pésaro con Ciro in Babilonia, se está decantando por el bel canto, opción que, si sigue en la misma línea, la llevará a ser una de las grandes del género. Próximamente, en marzo y abril, la tendremos en el Teatro de la Zarzuela en el rol titular de Marina y, en mayo, será Musetta en La bohème de la ABAO.
Por su parte, Moisés Marín García debutó, con Selimo, su primer papel protagonista con un resultado más que exitoso y no es para menos, pues hizo gala de una potente voz de agudos vibrantes y fabulosas agilidades.
Cerró el triángulo amoroso Il Califo del bajo Dario Ciotoli. Por su parte, requiere especial mención Simone Alberti, que encarnó al jardinero Mustafà, el rol buffo de la ópera. Es una lástima que Rossini no dedicara ninguna aria a este personaje, pues el bajo estuvo exultante y resolvió con gran belleza y enormes dosis de humor las trabas técnicas de la partitura.
En la dirección escénica, Gennaro Vallifuoco centró la atención en un fondo con proyecciones que dejó el escenario completamente libre para los cantantes y el coro. Este último, el Belcanto Chorus, formado solo por voces masculinas, actuó vigorosamente y de forma adecuada, al igual que el Ensemble Novecento, formado por jóvenes músicos, de entre los que destacó el fortepianista Diego Procoli. Al frente de todos, el gran maestro Carlo Rizzari hizo de este espectáculo todo un descubrimiento.