Obras de Manuel Penella, Federico García Lorca,
Albéniz, Falla y Agustín Lara
Carlos Álvarez, barítono
Orquesta Filarmónica de Málaga
Director: Miquel Ortega
RTVE MÚSICA 65198
“Éste no es un CD al uso de la llamada música clásica. Es un CD para personas exquisitas, destinado a quienes saben distinguir, desde un principio, entre lo excelso y aquello que sólo es bueno, normal o vulgar” afirma el crítico EMECE en su introducción del folleto adjunto al último disco de Carlos Álvarez, dando con ello una buena prueba de las pasiones que suscita el arte de este querido malagueño. Aunque probablemente la mejor prueba es la reciente concesión del Premio Nacional a la Interpretación 2003, del cual ya informamos en el número de Melómano del pasado mes de noviembre. Coincidiendo con este galardón, Andalucía no ha podido ver la luz en mejor momento. Se trata de un disco concebido prácticamente en familia, con la Filarmónica de Málaga y Alfonso Leoz en la producción musical. Aunque dedicado a las distintas provincias andaluzas, hay un doble homenaje a Federico García Lorca, a través de las canciones populares que armonizó y de poemas suyos musicalizados. Así mismo, el director Miquel Ortega ha tenido una importante participación en el repertorio, al haber orquestado estas citadas obras lorquianas. En el caso de las canciones populares hay que señalar lo novedoso de esta versión, puesto que siempre se han conocido a través de voces femeninas. Si bien se ha señalado la gran labor de Lorca al recogerlas, hay cierta mitificación a este respecto, ya que es muy difícil creer que Anda jaleo, Los 4 muleros (que no aparece aquí, acaso porque el texto denota que lo canta una mujer, lo que en Zorongo se evita cambiando el tono de primera persona a segunda) o Las morillas de Jaén, ya armonizada en el siglo XV, se hubiesen perdido. Sí que hay que agradecerle al gran poeta el que al asociarlas a él las convirtiese en parte del repertorio clásico español, además de aportar la genial versión con La Argentinita y él mismo al piano, en 1932. Aunque sin duda, la versión de versiones es la que grabase Teresa Berganza con Narciso Yepes a la guitarra, haciendo un recitado impresionante en Los mozos de Monleón. Otras cantantes han aportado versiones más cortas, con acompañamiento de piano (Victoria de Los Ángeles), potenciando su lado flamenco (Françoise Atlan) e incluso se han hecho arreglos en plan jazzístico, como el que Chano Domínguez hizo para Ana Belén.
Parecía que ya nada nuevo podía aportarse a estas bellísimas melodías y sin embargo, Carlos Álvarez lo ha hecho. Una orquestación claramente deudora de Falla envuelve como una fragancia la voz tersa del barítono, que conjuga la ternura de esa conmovedora Nana (“Este galapaguito no tiene madre”), el heroismo de Paquiro y Frascuelo en El café de Chinitas o la nostalgia de Las morillas de Jaén, Axa, Fátima y Marién. A propósito del recitado de Yepes, Álvarez hace una declamación magistral, insólita en intérpretes anteriores, que prefieren obviar esa parte primordial para el sentido del texto, manteniendo el tono abaritonado y un ligero acento andaluz que le da verdadero color (aunque Monleón está en Salamanca). Por otra parte, el humor, la fiesta y el jolgorio andaluz están perfectamente reflejados en Anda jaleo y Los reyes de la baraja, testimonio popular de la Primera República (“Si tu madre quiere un rey, la baraja tiene cuatro”).
El resto del disco se reparte entre lo sinfónico y conocidos homenajes a algunas ciudades: el conocido brindis a Jerez en Don Gil de Alcalá y la célebre Granada del mexicano Agustín Lara, El puerto de Albéniz orquestado por Arbós y El sombrero de tres picos y la Danza primera de La vida breve. En definitiva, un disco delicioso como ese Jerez de la romanza de Penella. Bravo, Carlos.