Reseña | Brahms. Orchestral & Vocal Works

La música coral de Brahms es un hito del gran repertorio. Sus inspiradas partituras se fraguan en el caudal poético de escritores célebres que también han cautivado a otros compositores. Este disco aglutina obras maestras del autor alemán donde la música y la literatura se unen para constituir un baluarte del Romanticismo. El Coro y la Orquesta de la Comunidad de Madrid bajo la dirección de Marzena Diakun nos otorgan el privilegio de disfrutarlo. Nänie es la interpretación más lograda: el engarce de las cuatro voces mixtas y la orquesta alcanzan tutti colosales; desde el podio Diakun domina la dinámica y el desarrollo de la obra, crucial en el color de cada cuerda del coro. Por su lado, la Rapsodia para contralto opus 53 cuenta con una solista de timbre y espectro penetrantes y expresivos; junto a un coro masculino y la orquesta llevan a la obra a un estado de gracia. El Canto del destino opus 54 opta por claridad de texturas, un fraseo envolvente y diminuendi proverbiales en ciertos pasajes; la presencia del ostinato de los timbales realza ese clima de predestinación. Y el Canto de las Parcas irrumpe en nuestros oídos como una panoplia operística donde el coro eleva los sones más profundos; su discurso mantiene vivo el fuego implícito en el poema de Goethe, que gana en las pausas de la cuerda y que alcanza su apogeo en una última estrofa escalofriante, como si estuviere bajo un encantamiento. Los Cuatro cantos opus 17 y LosValses-Canciones de amor opus 52 nos adentran en una atmósfera desenfadada, aunque cautivadora. La primera colección se asigna a coro femenino, dos trompas y arpa; brinda pasajes ensoñadores en calidad suprema. La segunda es una genialidad de Brahms, que conjunta el canto y el baile, música exquisitamente desgranada que podría servir para animar un bonito salón y donde alguna pieza trepidante es muy parecida a las danzas populares para piano a cuatro manos. Es un lujo contar con intérpretes tan consumados, así como la magnífica labor del maestro Vila. La compacta sonoridad, los juegos dinámicos y la riqueza de timbres se unen a una dicción del alemán pulcra y grácil.

Por Marco Antonio Molín Ruiz