Muchos de nuestros lectores conocerán a Borja Mariño por su faceta de maestro repetidor y pianista, pero lleva años dedicado a la composición musical y ya son muchas las formaciones y entidades que han confiando en él para realizarle encargos.
Por Susana Castro
El pasado mes de abril tuvo lugar el estreno absoluto de su obra Campanas de sol y aire, un ciclo de canciones para el que ha contado con la voz de la soprano Carolina Moncada. ¿Cómo surge este encargo? ¿Cuál es el hilo conductor de las canciones?
Fue un encargo del pianista Francisco Soriano para consolidar los ciclos de canción de concierto que viene programando en varios espacios de Sevilla. Participaron cuatro poetas locales: imprime cada uno su carácter, aunque hay un aroma y un amor por su ciudad que inunda todo el ciclo.
Posteriormente la obra fue presentada en el mismo mes en Madrid y Barcelona, ¿cómo describiría la recepción del público?
El estreno se realizó en el Real Círculo de Labradores, una sala histórica, con presencia de los escritores que leyeron sus poemas y tuvo un punto muy emotivo. Precisamente estábamos curiosos de ver la recepción en otras ciudades y fue muy buena; el ciclo transciende del ámbito andaluz y fue una suerte además tener a una intérprete tan implicada como Carolina Moncada con su fraseo y dicción perfectas.
En Barcelona también se ha estrenado otro de sus ciclos, Versos de mujer, con la voz de la soprano María Miró, ¿cuáles son las características musicales de estas piezas? ¿De dónde ha tomado los textos?
Versos de mujer es un proyecto que se gestó durante la pandemia. María me había pedido una canción sobre un texto muy potente de Dulce María Loynaz: Quiéreme toda. Teniendo en cuenta que no era posible pensar en el estreno en concierto físicamente en aquellos momentos, decidimos ampliarlo con más canciones basadas en poemas femeninos, hasta seis. Fue crucial la ayuda de Dalia Alonso, que firma otra de las canciones y con quien había tenido la suerte de trabajar anteriormente. Ella nos abrió las puertas a este universo apasionante. Se unieron: Josefina de la Torre (La falda eléctrica) Alfonsina Storni (¡Agua, agua!), Carmina Casala (Adiós, amor) y Carmen Jodra (Cita final).
Quizá muchos de nuestros lectores le conozcan más por su faceta de maestro repetidor, ya que ha trabajado con algunas de las mejores voces nacionales e internacionales, ¿qué le hizo decidirse por la composición?
Estudié ambas carreras al mismo tiempo y nunca he parado de componer. A veces el trabajo, especialmente en ópera, es muy esclavo, con períodos largos de ensayos, viajes. He pasado años viajando con carpetas de grandes papeles pautados en la maleta. Aun así, estoy muy contento de tantos colegas de profesión que, cuando descubrieron esta faceta, se ofrecieron a hacer mi música. Recuerdo por ejemplo la fantástica interpretación de Saioa Hernández de las Canciones sefardíes en el Auditorio Nacional, hace unos diez años, con Alejandro Jassán a la batuta. También muchos artistas internacionales. Y tengo que decir que en este sentido son mucho menos prejuiciosos y están más acostumbrados a incorporar música actual a su repertorio. Además, me encanta escribir en diferentes idiomas. Recientemente me han ofrecido unas canciones en polaco, ¡pero no sé si me atreveré!
Aunque destaca especialmente su producción para voz y piano, fruto de su experiencia como pianista acompañante, encontramos también en su catálogo obra orquestal, ¿cómo describiría usted su estilo?
En general con las voces intento siempre trabajar la belleza del legato y una interválica coherente. Pero con los instrumentos es otra historia; la técnica parte de unas exigencias completamente diferentes, además, contamos con unos intérpretes con una formación espectacular. La cuerda es todo un mundo y no digamos las maderas que tienen un carácter tímbrico marcadísimo. Luego hay escrituras más delicadas como arpa, percusión, que terminan por puntuar todo el discurso. La orquesta es una arquitectura donde las texturas se solapan, se potencian, precisa un trabajo final de equilibrio muy importante. Te obliga a pensar de otra manera. A menudo, por ejemplo, orquesto también las canciones para ver cómo evolucionan.
En cuanto al estilo lo considero neotonal, si tienen sentido hoy estas etiquetas. Me dejo llevar por lo que pide cada tema o poema, sin pensar demasiado los adjetivos. Cuando estudiaba aun coleaban aquellas vanguardias inertes que solo alimentaba su clientelismo.
La música para El Principito, que este año se interpretó con la fantástica Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, es una obra que yo no pensé especialmente para niños (la historia tampoco lo es), pero los programadores muchas veces lo han visto así, presentando con un narrador, una actriz en este caso; incluso en la versión original de cámara, el Quinteto Enara, ellos mismos, actuaban; hicieron un trabajo espectacular. Pues una parte del público me dijo que la música era demasiado ‘avanzada’ para el público infantil, cuando yo creo que los niños tienen la mente completamente abierta. ¿No esperarían solo dominante y tónica? Al contrario, la idea cósmica del viaje espacial y la imaginación del personaje me llevaron por otro lado. Por fortuna hubo también críticas muy positivas. Son comentarios que se escuchan, pero no pueden dirigir tus impulsos como creador.
Próximamente estrenará una obra para la Orquesta Sinfónica de Burgos, con Pedro Bartolomé en la dirección, ¿qué nos puede adelantar sobre esta pieza?
Aún estoy terminando de escribirla. Partimos de una orquesta clásica, sin metales, arpa etc. Será una obra de trazo muy libre, de texturas atmosféricas. En la música orquestal no me siento cómodo con el material programático. Se presentará el 18 de diciembre y estoy seguro de que el maestro Bartolomé hará un gran trabajo y la juventud de su formación contagia una gran energía en nuevos proyectos como estos.
Por otro lado, sus ediciones críticas son muy solicitadas en coliseos como el Teatro de la Zarzuela, ¿cómo afronta este tipo de encargos? ¿Le gusta trabajar sobre la música compuesta por otros?
Como musicólogo debes enfrentarte desde una cierta distancia y enorme respeto; ser muy escrupuloso describiendo en qué punto encuentras el manuscrito y poner luz sobre las incongruencias, aportar soluciones sopesadas, fieles al resto del contenido, coherentes con el lenguaje y el estilo del compositor y que resulten prácticas para una interpretación hoy en día.
Esta temporada ha subido a escena The Magic Opal, y siempre de Albéniz, hace unos años tuvo buen recorrido la Pepita Jiménez. Aún podría mostrarse de esta ópera la primera versión, en un acto único con un final totalmente distinto. En breve aparecerá María del Carmen de Granados con las intenciones originales del compositor.
Otro trabajo distinto es el realizado para The Land of Joy, que se ofreció en la temporada de zarzuela de Oviedo el pasado mes de febrero. Esta divertida comedia musical firmada por Quinito Valverde y que había sido estrenada en Broadway con gran éxito necesitaba una orquestación nueva y colorista, ya que partíamos solo de la partitura de canto y piano. Fue estupendo poder imaginar el sonido de este New York de hace un siglo.
¿En qué nuevas obras está trabajando actualmente? ¿Dónde podremos escuchar sus obras próximamente?
La Fundación José Hierro ha encargado un ciclo de canciones para celebrar el centenario del poeta. Se estrenará el 26 de junio en un recital de música y poesía. Me ha sorprendido además descubrir la gran cantidad de citas musicales que aparecen en sus poemas, con referencias a compositores.
También se preparan presentaciones obras de cámara: por ejemplo: No espazo do caracol parsimónico para arpa, flauta y chelo, y también con arpa Canço trista sobre un poema de Ape.les Mestres, para voz, flauta y arpa.
He sabido también de intérpretes internacionales que llevarán mi música a los escenarios: en Brasil el tenor Everaldo Barbosa cantará Sina de porto, una canción en portugués, y Nadine Benjamin, una soprano que hace gran carrera en Inglaterra, prepara una grabación de Prayer for a Goddess sobre versos de Shakespeare. Estoy muy feliz de que mi música ya navega por el mundo y deja sus ecos en muchos y diferentes intérpretes y públicos.
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