En 1691, el padre José de Arce llegó a Bolivia para fundar la primera misión jesuita en el país. Tras su llegada, se desarrolló un valioso y representativo intercambio cultural, que tuvo su mayor representación en la música. Trescientos años después aparece otro misionero, Piotr Nawrot, quien nos redescubrirá las riquezas musicales del Barroco boliviano.
Por Fabiana Sans Arcílagos
Entre Brasil, Perú, Chile, Paraguay y Argentina se encuentra Bolivia, un estado plurinacional de Sudamérica que recibió, en la década de 1980, a uno de los musicólogos más importantes que ha tenido esta nación, aun sin ser natural de la misma. Piotr Nawrot, polaco de nacimiento, ha dedicado su vida a la misión del Verbo Divino, emprendiendo con ella lo que serían la base y pilar de sus investigaciones musicales.
Ordenado sacerdote en 1981, Nawrot fue destinado primero a Paraguay y posteriormente a Bolivia, donde empezó a compaginar su vida como religioso con la investigación musical, centrándose principalmente en la búsqueda de los sonidos que pudiesen estar relacionados con estos dos entornos: el clero y el pueblo boliviano.
No es casual que Nawrot tuviese estas inquietudes por la música. Por un lado, la orden a la que pertenece el sacerdote se caracteriza por la diversidad étnica y multicultural; y, por otro, Piotr también es doctor en Artes Musicales por la Universidad Católica de Estados Unidos. Tras sus publicaciones Música de Vísperas en las reducciones de Paraguay y Música de Vísperas en las reducciones de Chiquitos, le fue otorgada una beca por la Fundación Guggenheim para investigar y estudiar la música barroca boliviana.
Emprende su labor en la década de 1990. ‘Con gran ayuda de la población indígena que vivían cerca de los sitios de las antiguas misiones católicas jesuitas’, fue recopilando cerca de 13.000 hojas manuscritas, entre las que se encuentran más de 5.000 páginas de música de Chiquitos y 7.000 de Moxos, correspondientes al Barroco de los siglos XVII y XVIII.
Himnos, óperas, lamentaciones y pasiones en lenguas propias fueron recuperadas por Nawrot, quien aclara que las misiones jesuitas tendrían entre ’30 y 40 músicos indígenas tocando para la misa’. Tras la expulsión de los jesuitas, los locales se apropiaron de ese legado musical hasta hacerlo suyo, incorporando composiciones, sonoridades e instrumentos tradicionales propios, creando, para el musicólogo, ‘un nuevo estilo llamado Misión barroca’.
Para el sacerdote, ‘los modos de hacer música y la función que tenían antes de la conquista eran algo semejante a lo que traían los misioneros’, a pesar de que una de las características es que se interpretaba en lengua originaria y los indígenas llegaban a reinventar las composiciones, ‘consideraban cambiar las cosas porque sienten que el músico europeo quiere mostrar más su técnica’, mientras que ellos buscaban acercarse a Dios.
Nawrot ha puesto a disposición de los investigadores este archivo y, gracias a ello, encontramos trabajos como el de Roxana Loza Steinbach de Guggisberg, quien profundiza en un estudio comparativo de la Misa Encarnación resguardada en los archivos de Chiquitos y la original de Giovanni Battista Bassani (Misa VI del Acroama misale) que se conserva en la Biblioteca Musical de Zúrich. En este trabajo, Loza muestra las transformaciones que sufrió la misa en melodía, ritmo y hasta escritura.
En estos archivos también se encuentra el manuscrito misionero más antiguo del mundo: una misa anónima atribuida al sacerdote Martin Schmid y que podría haber sido utilizada en las misiones entre 1730 y 1740. Tendremos, también, obras de Bach, Haendel, Scarlatti y Zipoli. Gran diversidad de anónimos arrojan sonoridades indígenas, desde sus nombres hasta la lengua utilizada para ser interpretadas, como por ejemplo Aqui ta naqui, Natusesthodie, Yemboetei Catuza, Iyaî Jesucristo, entre otras.
No se puede poner en duda que la conservación de esta memoria musical se debe, principalmente, a los mismos indígenas, quienes ‘han sabido salvar esta música y cultivarla hasta nuestro tiempo’ y, a pesar de que es Piotr Nawrot la cara más conocida cuando se habla de la música en estas tierras bolivianas, no debemos olvidar a Hans Roth, arquitecto que a principios de la década de 1970 llegó al país latinoamericano, encargado de la rehabilitación de los templos jesuíticos de Santa Ana, San Miguel, Concepción, San Rafael, San José y San Javier. Se comenta que, durante su tarea y al realizar el trazo de los planos de los templos y de las edificaciones contiguas, notó ciertas desproporciones. Al percatarse de ellas, se topó con algunos espacios que contenía un enorme legado musical, al que se fueron sumando páginas de música escondidos en muebles y retablos. Roth trabajó arduamente durante treinta años en la recuperación de los principales templos y algunas edificaciones contiguas, hasta su fallecimiento en 1999.
Con este gran catálogo artístico y musical, Roth y el sacerdote emprendieron otro desafío: la creación del Festival Internacional de Música Renacentista y Barroca Americana ‘Misiones de Chiquitos’, que ha sido dirigido desde su fundación por Nawrot. Este festival, promovido por la Asociación Pro Arte y Cultura (APAC) de Bolivia, tiene como eje central hacer sonar el repertorio que se tiene de las antiguas misiones jesuíticas que comprenden los ‘pueblos vivos’ de Chiquitos, declarados por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad en 1990.
Gracias al festival y las investigaciones en torno al Archivo Musical de Chiquitos y de Moxos, se han ampliado los estudios musicales de la región, donde se han consolidado una buena cantidad de orquestas y coros que se han formado, expresamente, para interpretar las obras que contiene el archivo. A pesar de esto, Nawrot hace un llamamiento para la creación de una Facultad de Musicología y, además, invita a ‘reescribir la historia de la música occidental, porque no hemos incluido, tan importante música de calidad’.
Desde 1996, cuando tuvo lugar la primera edición del festival, se han creado relaciones estrechas con países como Holanda y Francia para la promoción de la ‘misión barroca’, a través de la realización de grabaciones con el sello francés K617. Con ellos han registrado los estrenos mundiales de la Ópera San Ignacio y de la Ópera San Francisco Xavier, ambas del Archivo Musical de Chiquitos; el de las Vísperas de Cerruti, resguardado en el Archivo Nacional de Bolivia; y finalmente la misa musical Zuipaqui (Madre de los Indios), perteneciente al Archivo de Moxos.
Grupos de todas partes del mundo se reúnen bianualmente en Bolivia para rendir tributo a esta música misional. Casi una veintena de sedes son utilizadas para llevar a cabo este festival en un entorno poco habitual. Nombres españoles como Alia Mvsica, La Tempestad, Coro de los Monjes de Silos, Zarabanda, Sphera AntiQva, La Ritirata, MUSIca ALcheMIca y Ministriles de Marsias han sido parte de esta historia.
Finalmente, el festival también acoge encuentros científicos en los que se reúnen musicólogos de todas partes del mundo para estudiar, como no podía ser de otra manera, el patrimonio musical boliviano.
El festival, los encuentros y la música han sido parte de los pilares culturales de Bolivia y una muestra de la herencia de la conquista para el mundo. Por ello, nuestro deber es cantar, tocar y expresar la espiritualidad a través de la música ya que, como dice Piotr Nawrot ‘si buscamos más personas en las iglesias probablemente tendremos que prestar más atención al arte en nuestro servicio y al lugar de la música en nuestro servicio. En lugar de repetir cincuenta veces el Ave María, cantemos uno, y si esta bien hecho, un Ave María cantado puede causar una emoción espiritual más profunda y efectiva’.
Diego Ortiz dice
Encontré éste espacio, tanto tiempo buscado, para aprender más y más del saber cultural de la música. El barroco jesuítico de Bolivia y Paraguay es fascinante y muestra cómo la prédica de los jesuitas abarcó todos los aspectos del conocimiento .
ivetteguillier dice
Emocionantes, educativo y tremendamente relevante para La historia y conocimiento que nos acerca a Dios….las misiones jesuitas ..conocidas por pocos en estos tiempos asociado a la música Barroca en Iglesias es un impacto cultural notable. Necesita más difusión universal!!!..Felicitaciones