¿Es lo mismo público y audiencia? ¿Qué significa crear una comunidad en torno a un proyecto cultural? ¿Están las instituciones culturales conectadas con la sociedad? Como siempre, son más las preguntas que las respuestas, pero a lo largo de las siguientes líneas trataremos de ordenar las ideas para descubrir cuál es el gran reto al que nos enfrentamos en el sector cultural.
Por Miguel Galdón
A menudo, las historias que vivimos en primera persona son las que más nos impactan, las que nos emocionan, las que hacen que se nos pongan los pelos de punta y las que quedan en nuestra memoria para siempre. Es por ello por lo que, cada vez más, aprecio el poder de una buena historia para conectarnos con situaciones que en ocasiones nos parecen lejanas, de otro mundo, pero que también suceden en la vida real.
Hoy me gustaría hablaros de cuatro breves historias personales que me han ayudado a entender las diferentes formas que tenemos para acercarnos a las propuestas culturales. Todas ellas tienen algo en común. ¿Lo adivinas?
Julio (Sevilla)
Profesor. 53 años. Hace siete años que se abonó junto a su pareja a la temporada de conciertos de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla y, aunque a veces también asiste a funciones de ópera en el Teatro de la Maestranza, lo que más le gusta es el gran repertorio sinfónico. Durante la pandemia se alejó un poco de los conciertos en directo, pero ahora lo ha retomado con ganas y después de cada uno de ellos se reúne con otros abonados para tomar una cerveza y comentar lo que han vivido.
Anna (Valencia)
Taxista. 46 años. No había ido nunca a la ópera. Su primer acercamiento fue con El gato montés,de Manuel Penella, a través de una invitación que recibió del Palau de Les Arts y la Federación Sindical del Taxi de la ciudad para asistir al ensayo general. Le impresionó tanto la experiencia que, desde entonces, siempre que sale el tema recomienda a sus clientes no perderse un espectáculo en Les Arts. Para su próximo cumpleaños ha pedido que le regalen entradas para disfrutar de Maria Stuarda.
Marc (Barcelona)
Banquero jubilado. 66 años. Siempre le ha gustado leer. Ahora que tiene más tiempo ha decidido asistir a diferentes espectáculos culturales para descubrir qué otros espectáculos culturales pueden gustarle. Lo último que vio fue una exposición de arte contemporáneo en el Kronos Art BCN y el estreno de Eugene Onegin,de Chaikovski, en el Gran Teatre del Liceu. Está disfrutando del arte y encontrando su propia identidad.
Lucía (Madrid)
Estudiante de comunicación audiovisual. 22 años. Asistió por primera vez a ver una zarzuela con su instituto cuando tenía 17 años. Era El dúo de la africana, del Proyecto Zarza del Teatro de la Zarzuela. Algo cambió en ella. Ahora tiene su abono, forma parte de la comunidad joven del TZ y está involucrada en contar a otros jóvenes su experiencia a través de la zarzuela. Ha convertido sus visitas al teatro en una parte importante de su vida, dedicando tiempo a compartir sus inquietudes y proponiendo mejoras para el programa de jóvenes.
Estas cuatro historias son ejemplos de algo que está sucediendo y que resulta de gran importancia: el acercamiento entre las personas y las instituciones culturales. Sin embargo, no podemos olvidar algunos datos clave: el 42,7 % de la sociedad española afirma que no ha ido nunca (o casi nunca) a un espectáculo de artes escénicas y únicamente el 10,5 % ha asistido en el último año (Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales 2021-2022).
Esta situación nos permite entender el gran reto al que nos enfrentamos desde las instituciones culturales: captar el interés por nuestras propuestas.
Sé que no es nuevo, que llevamos años preocupados por dar con la fórmula para lograrlo y en los próximos artículos descubriremos proyectos apasionantes que están consiguiendo conectar con las personas que jamás habían cruzado la puerta de un teatro, un museo o un auditorio. Democratización cultural, ¿recuerda?
Pero antes de adentrarnos en qué se está haciendo para conectar las emociones de las personas, veremos el embudo de conversión aplicado a una institución cultural.
Las dos primeras expresiones (no asistentes y casual) se entienden por sí solas, pero cuando entramos en los conceptos audiencia, público y comunidad, en ocasiones podemos confundir lo que realmente trasciende de ellos.
La audiencia es el colectivo de personas que consume propuestas culturales, mientras que el público es aquella audiencia que está vinculada emocionalmente a un espacio o tipo de propuesta cultural concreta. A su vez, cuando la relación entre el público y la entidad cultural se convierte en bidireccional, hablamos de comunidad.
Os invito ahora a echarle un nuevo vistazo a los ejemplos que exponía al comienzo de este artículo para tratar de captar esos matices y determinar «quién es quién».
En mi opinión, y a la vista de los datos, es necesario hacer un verdadero esfuerzo en la captación de nuevas audiencias, comenzando por favorecer esos encuentros casuales de personas no asistentes con nuestras propuestas culturales. Además, es necesario establecer colaboraciones entre entidades culturales que permitan compartir audiencias afines con el objetivo de incrementar el consumo cultural de esas personas que ya son asistentes a propuestas artísticas. Todo ello sin descuidar la fidelización del público y el desarrollo de estrategias que permitan abrir canales de comunicación bidireccionales para crear comunidades sólidas y comprometidas.
Para aquellas personas que tengan ganas de comenzar a descubrir qué se está haciendo al respecto, les invito a conocer Streetwise Opera, un programa que busca resignificar la vida de personas sin hogar a través del arte; Sinfonía por el Perú, un proyecto liderado por el tenor Juan Diego Flórez que apuesta por la enseñanza colectiva de la música para la transformación social; y Out of the Ordinary, de la Irish National Opera, que es un espectáculo realizado a través de procesos de co-creación y que utiliza la realidad virtual para contar la historia de una comunidad que emprende un viaje a un nuevo mundo.
Tres formas completamente diferentes de expresión que nos permiten entender cómo se aplica el acceso igualitario a la cultura, la educación artística, la utilización de medios digitales y la participación activa en los procesos creativos.
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