El violonchelista Asier Polo acaba de recibir el Premio Nacional de Música en la modalidad de interpretación tras más de veinticinco años de carrera. Su actividad concertística es desbordante e imparte docencia en Musikene y en el Conservatorio della Svizzera italiana (Lugano). Este año publicará varios proyectos discográficos, entre los que destacan la integral de las suites de Bach (IBS Classical) y los conciertos de Joaquín Rodrigo con la ONE y Juanjo Mena.
Por Susana Castro
Acaba de recibir el Premio Nacional de Música en la modalidad de interpretación. ¿Cómo recibió la noticia?
Cuando doy clase nunca contesto al teléfono, pero ese día, al ver ese número, tuve una corazonada y respondí. Era el teléfono móvil de la directora del INAEM, Amaya de Miguel. Estaba terminando mis clases en Musikene y me quedé en estado de shock. De hecho, se me vino encima toda la temporada tan intensa que había hecho el año pasado y hasta me entraron ganas de llorar. Después de haberme esforzado tanto y haber trabajado tanto, la sensación fue tremenda. Yo me había tomado el año como un reto personal, de superación, de renovación de estímulos. Ya son unos cuantos años haciendo lo mismo, aunque no sea siempre igual y sea maravilloso lo que hacemos, pero quieras que no hay que ‘picar piedra’ como en cualquiera otra profesión. Me había marcado una serie de retos a nivel musical, tanto por cantidad como por calidad, y creo que ya los había superado y era muy feliz por ello, pero si encima al final te llega este reconocimiento, es la guinda.
¿Cuáles han sido los proyectos en los que había estado trabajando a lo largo de este año?
Para comenzar, tuve once conciertos con repertorio diferente con otras tantas orquestas en siete países distintos. Además, tres conciertos de estreno, de Jesús Torres, Fernando Velázquez y Luis de Pablo, en la misma temporada. En el apartado discográfico, dos trabajos distintos, uno con chelo barroco, mi primera incursión seria en este repertorio, con la Orquesta Barroca de Sevilla dentro del Festival Barroco de la ciudad, y las sonatas de Brahms con Edgar Nebolsin para Ibs Classical. Finalmente, la integral de las suites de Bach, con las que había esperado a estar en un momento en el cual considerara que podía aportar algo o tener voz propia dentro de este repertorio tan sumamente importante y conocido. Y, además, volviendo de Brasil, con el jet lag, me fui a Suiza a hacer la prueba para entrar en el Conservatorio de Lugano y gané la plaza. Así que el premio me hizo muchísima ilusión, es un reconocimiento de profesionales del mundo de la música, son tus propios colegas los que tienen en consideración el valor real de lo que has hecho. Se pueden hacer muchas cosas, pero se pueden hacer muy mal.
¿Cree que realmente un premio como este puede marcar un punto de inflexión en su trayectoria?
Sinceramente no, no lo creo. De hecho, creo que ya hay un recorrido que avala a la persona que ha recibido el premio y, por lo tanto, uno ya está dentro del circuito, haciendo su trabajo. La prueba de fuego está en cada concierto, tienes que ir ganándote todos los días que te vuelvan a llamar y tienes que seguir trabajando seriamente para que quieran contar contigo. Puede ser que puntualmente este año reciba algunos contratos más, pero creo que nada más.
¿Funcionaría entonces como un estímulo? Se corrobora que las cosas se estaban haciendo bien y hay que seguir hacia delante.
Sí, para mí es un estímulo y me anima a seguir adelante y seguir mejorando y pensar que lo que he hecho hasta ahora está bien, pero me falta muchísimo por recorrer. Si tenía dudas sobre si seguir esforzándome, está claro que no me queda otra, estoy en el ojo del huracán (risas).
Este reconocimiento llega en un momento de su carrera en el que su actividad es desbordante. Acaba de ofrecer conciertos con la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia y la Orquesta Nacional de España con el Concierto para violonchelo de Elgar. ¿Cuál es su relación con esta obra?
Aunque como instrumentista es difícil precisar la fecha de inicio de la carrera, sí puedo decir que con este concierto obtuve mi primer contrato profesional con una orquesta española, la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, con 21 años, aunque ya había ofrecido conciertos con orquesta y otros muchos gracias a haber ganado el Premio de Juventudes Musicales de España con 16 años. Max Bragado me dio esa oportunidad. Es un concierto que a los jóvenes les encanta porque tiene una forma muy directa y romántica de expresarse, sienten una empatía muy directa con esta forma de sentir. Desde entonces ha sido uno de mis favoritos, me ha acompañado muchísimo y creo que es el concierto que más he tocado junto con el Don Quijote de Strauss.
Si usted escuchase una grabación de ese Asier Polo con 21 años y la comparase con el Asier Polo de hoy, ¿qué diferencias cree que encontraría?
Lógicamente hay un poso. La emoción con la que se hacen las cosas por primera vez es tremenda. Cuando uno es joven todo es fascinante, hay que descubrirlo por primera vez. Lo difícil es mantener esa ilusión y ese sentimiento de fascinación por lo que haces y por lo que tocas. Creo que en esencia no cambiamos, pero sí hay un recorrido y una forma mucho más global de entender las cosas, puedes tomar distancia con lo que planteas, calculas mejor las energías, sabes ver mejor el espacio general, el contexto en el que estás haciendo las cosas… Se trata de una visión más panorámica de lo que supone hacer la obra de principio a fin, pero espero que, en esencia, siga siendo igual de apasionado y de emocionante.
Pero su gira es imparable, en febrero se subirá al escenario con la Orquesta Sinfónica de Galicia y con la Orquesta Filarmónica de Málaga, bajo la dirección de Michael Sanderling y Perry So, respectivamente. ¿Ha trabajado anteriormente con ellos?
No, no he trabajado con ellos, pero tengo muchas ganas. En el caso de Sanderling, que es hijo del famoso director Kurt Sanderling, es el director de la Orquesta Filarmónica de Dresde, a la que yo fui invitado hace años por Rafael Frühbeck de Burgos y es chelista, aunque ahora hace años que se ha pasado a la dirección, así que me hace mucha ilusión porque siempre le he tenido gran admiración, y que sea chelista tiene su plus.
Después retomará el Concierto de Dvorak para ofrecer sendos conciertos con la Orquesta de Extremadura, que estará dirigida por Anne Manson. Parece que cada vez más habitual encontrar mujeres en el podio. ¿Cómo ha sido su experiencia personal hasta la fecha?
Con Anne Manson tengo muy buena relación. Me encanta trabajar con gente con la que tengo confianza porque así puedes ser mucho más tú mismo. Me conocen y sé que valoran y aprecian mi forma de hacer las cosas y así me siento muy cómodo. Anne Manson me ha dirigido cuatro o cinco veces y hemos estado en Canadá varias veces con su orquesta, ya que me ha invitado a tocar allí. Es una mujer elegantísima, con muchísima clase. También me dirigió el año pasado en Sevilla JoAnn Falletta y precisamente me ha invitado a Buffalo y a Virginia para poder tocar con su orquesta.
Como músico lo que necesito es empatía, no hago diferencias. Me encanta trabajar con mujeres; si hacen bien su trabajo y son profesionales, me encanta. Creo que ahora están cambiando mucho las cosas porque el perfil de maestro ya no es tan autoritario como antes, alguno mandaba como macho alfa, pero ahora el director es un músico muy completo al que seguramente todos admiran como artista.
Ojalá se normalice la situación, y espero que cada vez haya más. Sobre todo las instituciones deben hacerse sensibles a este tema y abrir sus puertas de forma natural. No creo que no haya mujeres directoras, sino que hay muchas instituciones que todavía están cerradas a que esto ocurra.
Al hilo de esto que comentaba sobre sus invitaciones a Estados Unidos, recientemente he leído en un medio generalista que por un problema con el visado se suspendieron sus compromisos en este país.
Por eso se están retomando los compromisos pendientes. La temporada pasada iba a ir, y cuando estaba con las maletas esperando para salir, el visado no llegaba. Finalmente todo fue culpa de una odisea postal, pero el problema venía de antes, ya que había tantísimo papeleo que presentar que tarda muchísimo el proceso de gestión. Ahora mismo estamos tramitándolo todo desde hace semanas para llegar a tiempo, especialmente para un compromiso que tengo en Puerto Rico.
¿Cuáles son sus compromisos internacionales más próximos?
Primero está lo de la Orquesta Filarmónica de Buffalo, en el estado de Nueva York, y después el Festival Casals de Puerto Rico. También estaré con la Orquesta Sinfónica de Minería con Carlos Miguel Prieto en México DF y en el Festival de Música de Cámara de Copenhague. Hay más cosas en el aire, pero de momento puedo confirmar estas citas.
Me imagino que le hará especial ilusión lo del Festival Casals…
Sí, porque además he ido varias veces a Puerto Rico pero nunca ha habido posibilidad de tocar en el propio Festival. Es algo que claramente me hace muchísima ilusión porque lo creó Pau Casals, lo hizo con toda la ilusión del mundo, y con el nombre que tiene, ir como chelista es un honor… no invitan a cualquiera.
En marzo regresará al formato de cámara con Quantun Ensemble, el conjunto residente del Auditorio de Tenerife Adán Martín, que tiene una formación flexible y colaborativa. En este caso se reunirá con Frederieke Saeijs (violín), Gustavo Díaz Jerez (piano) y Cristo Barrios (clarinete) para abordar un programa que incluye una obra de estreno de Gustavo Trujillo. ¿Le gusta volver cada poco tiempo al formato reducido y poder trabajar con otros músicos durante mucho tiempo?
Alguien me dijo en su momento, y tenía toda la razón, que la carrera se hace con el concierto sinfónico, siendo solista, pero realmente donde se crece y se mejora como músico es en el pequeño formato, estando en contacto directo con colegas que admiras o quieres, con los que tienes confianza plena para trabajar. Cuando estás en plena carrera es muy difícil tener a alguien cercano que te asesore y te ayude, esto es piramidal, y cada vez es más difícil encontrar la fórmula de cómo mejorar, y la manera de seguir creciendo es aprendiendo cómo hacen música otras personas. Por eso me gusta estar de vez en cuando en contacto con otros colegas que te aportan y te renuevan, necesito ese contacto. Es la manera más directa de crecer como músico. Y juntarme con Quantum es como volver a casa, son parte de mi familia.
Como decía, en ese concierto del 20 de marzo realizarán el estreno de una obra. Su relación con la música de nueva creación viene de lejos, ¿tiene alguna obra más pendiente de estreno?
Ahora mismo no, estoy tranquilo. Normalmente estreno una obra nueva cada tres años, pero el año pasado fue una locura, con tres obras en el mismo año. Necesito un respiro, aunque hay proyectos a la vista. No es nada fácil y quiero coger fuerzas.
El año que viene volveré a hacer el Doble concierto de Jesús Torres con Iñaki Alberdi, afortunadamente son obras que se pueden volver a hacer. Es un esfuerzo terrible, meses de trabajo solo para poder hacerlo una vez, así que es perfecto poder volver a tocarlo.
Me encanta poder estrenar obra nueva porque supone meterte dentro del mundo imaginario de un músico. Además, hasta ahora he trabajado siempre con los compositores de la generación anterior, como Luis de Pablo, Tomás Marco, Cristóbal Halffter, Jesús Villa Rojo, entre otros, y aprendes muchas cosas. Lo interesante también es cuando puedes hacer una segunda obra del mismo compositor, porque entiendes cómo van configurándose sus estéticas y sus propios recursos compositivos. También tuve la oportunidad de estar una semana entera trabajando al lado de Sofiya Gubaidúlina y fue un espectáculo, de una intensidad emocional tremenda.
¿Se animaría con compositores más jóvenes?
Sin duda. Me he encontrado ya con compositores como Jesús Torres, Jesús Rueda o Gabriel Erkoreka y encantado. En el caso de Erkoreka incluso pudimos hacer una obra suya cinco veces con la Orquesta Sinfónica de Euskadi, por el formato de abono que tienen, y fue genial. Ahora por ejemplo he trabajado con Fernando Velázquez y muy bien, aunque fue una incursión un poco diferente. Desde mi posición, y no porque tenga poder de decisión, pero en lo que pueda, me gustaría mucho poder ayudar a gente más joven. Igual que antes me ayudaron otros a mí, quiero hacer lo mismo, y si es bueno que yo esté en un proyecto para que salga adelante, perfecto. Si algo tengo que agradecer son todos los apoyos que he tenido. Vengo de una familia totalmente ajena al mundo de la música, soy el hermano pequeño, el único músico, y me siento muy orgulloso de poder decir que todo lo que he hecho lo he hecho por mí mismo, por mi esfuerzo. Estoy muy agradecida a la gente que sin conocerme creyó en mí, como Antón García Abril, Rafael Frühbeck de Burgos, Max Bragado, Alfredo Kraus. Mi madre me dijo que siempre tenía que ser muy agradecido.
De hecho, en su carta de agradecimiento por el Premio Nacional de Música, me sorprendió enormemente su generosidad acordándose de todo el mundo, incluso de Juventudes Musicales, que fueron los primeros que le dieron su oportunidad, y usted no se olvida. Me pareció muy bonito.
Luego tuve hasta pesadillas por no haber incluido a mis maestros en esa carta, ¡es lo más importante que podía haber dicho! Siempre los pongo a todos en mi biografía, pero en ese momento, se me pasó. Además, ahora que yo soy profesor, veo que hay una entrega importantísima para que el alumno crezca. Hay que ser muy generoso para ser un buen maestro. Conmigo han tenido entrega absoluta y creo que la elección de cada uno de ellos en su momento ha sido muy acertada. Siempre he pensado que soy una persona muy intuitiva y el instinto me ha ayudado mucho.
Este enorme interés que tiene por la enseñanza le lleva a impartir de forma regular clases magistrales por todo el mundo, además de tener su propia aula en el Conservatorio della Svizzera italiana en Lugano (Suiza) y en Musikene. ¿Qué le aporta a su música compartir tanto tiempo con jóvenes talentos en formación?
Antes tocaba mucho más por intuición, hasta que me di cuenta de que tenía que explicar mucho mejor en palabras lo que hacía cuando tocaba. La enseñanza te ordena las ideas. Para que una persona joven entienda el trabajo tienes que ser muy riguroso, aunque luego la práctica no sea tan estricta. Estar en contacto con gente joven, que tiene esa ilusión de crecer y descubrir todo por primera vez, te da unas energías tremendas. Todo lo que tú inviertes te vuelve a ti.
En España parece incompatible tener una carrera en activo con impartir clase en centros públicos autorizados, ¿cuál es su opinión a este respecto?
En mi opinión es algo completamente absurdo. El profesor tiene que ser el referente auditivo del alumno, se tiene que crear un vínculo de confianza y de admiración y para que eso ocurra te tienen que ver toar. Creo que las dos cosas deberían ser absolutamente compatibles porque si no, la gente que tiene algo que decir nunca podrá estar en un conservatorio. Así es en los países de nuestro entorno, en España no deberían ponerse trabas para ello.
Cambiando de tercio, el pasado mes de noviembre su último disco, Brahms: Cello Sonatas, con el pianista Eldar Nebolsin y editado con el sello IBS Classical, recibió el Melómano de Oro en nuestra revista. En palabras de nuestro colaborador Alessandro Pierozzi: ‘a la capacidad técnica indudable de ambos deben sumarse el entusiasmo y la frescura que se palpan ya en la foto de portada del disco’. ¿Esa sensación de ‘frescura’ a la que alude nuestro colaborador se percibió durante el proceso de grabación?
Era de verdad (risas). Me he desvinculado de la imagen del músico distante, somos personas, sobre todo personas sensibles. A mí me afecta mucho con quién estoy trabajando y con quién estoy tocando. Si no tengo empatía con esa persona, no puedo estar al cien por cien. Cuando tengo proyectos grandes intento rodearme de gente que sé que también se siente bien conmigo, que se crece conmigo, al igual que yo con ellos.
Ese es el caso con Eldar. Nos conocemos desde hace muchísimos años, cuando estudiábamos en la Escuela Reina Sofía. Es una persona absolutamente encantadora y no tiene miedo de hablar con sinceridad, es cercano y muy buen compañero. Como músico ya no digamos… Tener la oportunidad de tocar con él es maravilloso. Igual que sucedía con Marta Zabaleta, con la que tantos años he tocado. Hay una empatía y una tranquilidad absolutas, así puedes dar lo mejor de ti.
Este disco es su segunda colaboración con Ibs Classical, tras el disco dedicado a Rajmáninov y Franck que presentó en 2017 junto a Marta Zabaleta, precisamente. ¿Se consolida su relación con Paco Moya y Gloria Medina?
Absolutamente. Me tienen de artista en residencia (risas). Lo mismo me pasa con Paco, él tiene muchísima sensibilidad y un oído extraordinario, como Gloria. Son una pareja maravillosa y muy cercanos, hay mucho cariño por medio. Han apostado mucho por mí y siempre estamos pensando en proyectos nuevos y seguir creciendo juntos.
Al fin tenemos una discográfica en España que apoya a músicos españoles, como ocurre en otros países europeos. Ibs Classical tiene distribución internacional, está en todas las plataformas digitales, etc. Ahora cualquier persona del mundo puede escuchar música de un sello español.
Y por lo que hemos podido saber, tiene algún título nuevo pendiente de publicación, ¿qué nos puede adelantar sobre ello?
Hemos hechos dos grabaciones nuevas. Con la Orquesta Barroca de Sevilla y con Andrés Gabetta, que es un músico magnífico. Surgió de un concierto, en el que hacía con ellos un programa entero con dos conciertos de Vivaldi, concierto de Boccherini y concierto de Haydn.
Por otra parte, la integral de las suites de Bach que comentaba antes. Llevaba varios años trabajándolas y me he decidido. Se ha grabado en la Colegiata de Cenazurra (Bizkaia), adonde me llevé a Paco Moya, y se ha registrado todo en vídeo. La presentación tendrá lugar en mayo en Bilbao. ¡Todo un reto! Estos dos discos son con Ibs.
En 2020 saldrá también un disco con el sello de la Orquesta Nacional de España, con el Concierto núm. 2 de Ginastera y los dos conciertos de Rodrigo, con Juanjo Mena. Sigo con mi línea de apoyar la música española.
Con toda esta frenética actividad, ¿le queda tiempo para cultivar alguna afición fuera del mundo musical?
Es complicado, porque al final la música se convierte más en un modo de vida que en un medio. Constantemente estoy yendo a ver ópera, ballet, etc., y siempre saco ideas nuevas. Me gusta muchísimo ir a ver cosas en directo, de todo tipo.
Además, me gusta mucho pasear y estar en casa y con mis amigos. Si algo tengo claro es que necesito tener un equilibrio entre lo personal y lo profesional, lo cuido mucho. No puedo invertir todo mi esfuerzo únicamente en la carrera.
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