‘Lo único constante es el cambio’. Lo dijo Heráclito hace más de 2.500 años y hoy todavía nos resuena esta frase. No hay más que echar la vista atrás para darnos cuenta de que lo que ayer era de una forma ahora lo es de otra. El cambio está ahí, invariablemente, y somos cada uno de nosotros los que decidimos cómo afrontarlo y actuar ante su inminente presencia.
Por Miguel Galdón
Me gusta entender la relación entre el arte y la tecnología como algo bidireccional. Como afirma el que fue director creativo de Pixar, John Lasseter: ‘el arte desafía a la tecnología, y la tecnología inspira al arte’. Es así como vemos que la evolución artística no está reñida con la tecnológica. De hecho, se complementan y potencian en una relación simbiótica.
Viajemos juntos a mediados del siglo XIX, donde las calles de las principales ciudades españolas ya contaban con alumbrado de gas sustituyendo a los faroles de aceite que las iluminaban unos lustros antes. Los teatros eran el eje de la vida artística y social de aquellos pueblos y, un día cualquiera, podías estar disfrutando de una representación con los mejores artistas del momento, un vestuario muy cuidado y unos majestuosos telones pintados bajo la iluminación de velas esteáricas y, al día siguiente, ese mismo teatro podía haber sido pasto de las llamas.
Esta historia catastrófica sucedió en centenares de teatros, museos o bibliotecas de todo el territorio. La luminotecnia y la evolución de las distintas formas de iluminar un espacio han permitido, además de conseguir una serie de efectos escénicos realmente alucinantes, mejorar la seguridad de los teatros.
Como decía Steve Jobs: ‘la tecnología es la herramienta, pero son las personas las que hacen que ocurra la magia’. Así pues, es nuestra responsabilidad utilizar las herramientas tecnológicas de forma que mejoren nuestra experiencia. Es por ello que me gustaría compartir contigo tres formas en las que la tecnología y el arte se dan la mano.
Tecnología en la creación artística
Nos trasladamos por un momento al año 1953 y entramos al Sanford Museum de Cherokee (EE. UU.), donde podemos contemplar la primera obra creada por un ordenador gracias al matemático y artista local Ben F. Laposky. Ahora, setenta años después, el arte digital está integrado en nuestras vidas. ¿Qué diferencia encuentras entre la obra de Laposky y El retrato de Edmond de Belamy, el primer cuadro diseñado con inteligencia artificial?
La democratización de la tecnología ha permitido que más gente tenga acceso a soportes que antes eran elitistas y eso se traduce en mayores oportunidades de creación. Lo importante, en palabras de Albert Einstein, es que ‘el espíritu humano debe prevalecer sobre la tecnología’. El objeto artístico debe ser más importante que las herramientas que utilizamos para conseguirlo.
Un ejemplo de tecnología aplicada a la música lo encontramos en el Lab Orquesta de la Orquesta y Coro RTVE, en el que interpretaron la primera sinfonía compuesta por una inteligencia artificial.
¿Debemos probar el potencial de las nuevas herramientas tecnológicas para descubrir dónde están los nuevos límites?
Tecnología en la gestión artística
En efecto, las herramientas con las que contamos hoy para organizar tareas, comunicarnos con nuestros equipos, llevar la contabilidad y un sinfín de actividades habituales de la gestión artística han cambiado mucho en las últimas décadas. Y seguirán cambiando.
Además, en los últimos años se han desarrollado en España algunos proyectos pioneros como Weikos o Glissandoo, que permiten una gestión integral para agrupaciones musicales.
En otros ámbitos de acción nos podemos encontrar proyectos como ArchAIDE, un software creado para el reconocimiento automático de piezas de cerámica arqueológicas que se diseñó con el objetivo de acelerar tareas de reconocimiento a partir de la imagen de un fragmento cerámico. La aplicación no tiene como finalidad sustituir el trabajo de los expertos, sino servir para identificar la tipología de los hallazgos de una forma mucho más rápida y versátil.
Tecnología en el consumo cultural
No cabe duda de la revolución que ha supuesto tener a mano un dispositivo capaz de conectarnos con el mundo desde cualquier lugar. Es por ello que muchas instituciones culturales han buscado la forma de integrar en las experiencias artísticas el uso de los móviles para enriquecer sus propuestas.
En los museos, por ejemplo, los visitantes no se conforman ya con observar como sujetos pasivos una obra o instalación, a usar una audioguía tradicional o leer la información estática que se recoge por escrito junto a la obra o localización. Los visitantes demandan contenidos dinámicos, visuales e interactivos.
La realidad aumentada (RA) es un ejemplo de tecnología que permite integrar el mundo físico con los contenidos digitales y en la Casa Batlló de Barcelona han conseguido desarrollar una experiencia que potencia lo mejor de la arquitectura de Gaudí con la inmersión en su pensamiento y su vida.
La tecnología consigue involucrar al visitante y provocar en él una experiencia única, y también acercan el arte y la cultura a la sociedad, haciendo que los museos, las bibliotecas o los teatros sean más accesibles a ciudadanos que habitualmente no los frecuentan, permitiéndoles visitarlos y disfrutarlos incluso en la distancia a través de su ordenador o su teléfono móvil.
En este sentido ya hace tiempo saltó a la luz Google Art Project, un sitio web que permite hacer recorridos virtuales por algunos de los museos de mayor prestigio del mundo y descubrir obras de arte de todos los rincones del planeta. En estos últimos años también han sido muchos los museos y teatros que han desarrollado visitas virtuales que permiten a cualquier persona conocer de primera mano los espacios y contenidos culturales que allí se ofrecen.
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