La ópera Anna Bolena estaba programada para los días 16, 19, 22 y 25 del próximo mes de mayo en la temporada de ABAO Bilbao Opera, en una coproducción de ABAO, la Opéra Royal de Wallonie-Liege, la Royal Opera House Muscat y Opéra de Lausanne. Finalmente, dichas representaciones no tendrán lugar, debido a la crisis sanitaria.
Por Diego Manuel García
Gaetano Donizetti y su extensísima producción
Gaetano Donizetti (Bérgamo, 28 de noviembre de 1797 – 10 de abril de 1848) fue, junto a Gioacchino Rossini y Vincenzo Bellini, el trío principal de compositores asociados al llamado belcantismo. Su carrera operística coincide con la de Rossini, durante once años, a partir de 1818, cuando Donizetti estrena sus dos primeras óperas: Enrico di Borgogna y Una follia. La última ópera de Rossini, Guillaume Tell, se estrenó en 1829 y ese mismo año Donizetti producirá tres títulos: Il paria, Il giovedì grasso o Il nuovo Pourceaugnac y Elisabetta al castello di Kenilworth (primera aproximación de Donizetti al personaje de Isabel I de Inglaterra). Durante ese período, con clara influencia de Rossini, había compuesto veinticinco óperas, algunas con cierto éxito como L’Aio nell’imbarazzo (1824), Olivo e Pasquale y La convenienze ed inconvenienze teatrali, ambas de 1827, y sus dos primeras colaboraciones con el libretista Felice Romani: Chiara e Serafina, ossia I pirati (1822) y Alina, regina di Golconda (1828). El resto de su numerosa producción había tenido una discreta acogida debido, la mayor parte de las veces, a unos malos libretos y a la tremenda premura compositiva, que le obligaba a estrenar hasta tres o cuatro óperas por año.
La carrera de Donizetti también se solapa íntegramente con la de Vincenzo Bellini, cuatro años más joven y su gran competidor a partir del año 1825, cuando Bellini estrenó su primera ópera, Adelson e Salvini. Y, sobre todo, a partir de 1830 se van produciendo grandes triunfos en paralelo de ambos compositores: Donizetti con Anna Bolena (1830), L’elixir d’amore (1832), Lucrecia Borgia (1833), Maria Stuarda (segunda aproximación de Donizetti a la figura de Isabel I y de su prima, María Estuardo), de 1834, junto a Lucia di Lammermoor (1835). Vincenzo Bellini con I Capuleti e i Montecchi (1830), La sonnambula y Norma, ambas de 1931, Beatrice di Tenda (1833) y su última ópera, I puritani, estrenada en enero de 1835, produciéndose su prematura muerte el 23 de septiembre de ese mismo año. Tres días después, Gaetano Donizetti estrenaba en el Teatro San Carlo de Nápoles Lucia di Lammermoor, su ópera más famosa. Roberto Devereux (última incursión en el personaje de Isabel I) será estrenada en 1837.
La irrupción en el panorama operístico italiano de Giuseppe Verdi coincidirá con los cinco últimos años de carrera de Donizetti, cuyo estilo influye en las primeras óperas verdianas: Oberto, Conte di San Bonifacio (1839), Un giorno di regno (1840), Nabucco (1842), I Lombardi alla prima crociata (1843), junto a Ernani y I due Foscari, ambas de 1844. Paralelamente, Donizetti producirá títulos importantes como Gianni di Parigi de 1939 (última colaboración con Felice Romani), La favorite y La fille du régiment, ambas de 1840, Linda de Chamounix (1842), la magnífica Don Pasquale (1843), finalizando su carrera con Caterina Cornaro (1844). Durante veintiséis años había compuesto más de setenta óperas. Murió en su villa natal de Bérgamo el 10 de abril de 1848, con solo 50 años.
Belcantismo y melodrama romántico
Anna Bolena, compuesta por Donizetti en 1830, puede considerarse la primera ópera que participa de manera plena en el movimiento romántico, cuya manifiesto se había producido en febrero de aquel mismo año con la obra teatral Ernani de Victor Hugo. Se trata de una ópera donde confluyen una consistente estructura teatral, propia del melodrama romántico, y un canto que adquiere un alto grado de expresividad en conjunción con el desarrollo dramático. Aunque, por momentos, aún resulta deudora de las acrobacias vocales y el canto adornado tan propios del estilo belcantista.
Anna Bolena fue un encargo del Teatro Carcano de Milán para ser estrenada a finales de 1830. Donizetti puso como condiciones que el texto fuese escrito por Felice Romani (el libretista más famoso de aquellos años, colaborador habitual de Bellini) y que la célebre soprano Giuditta Pasta interpretase el papel de Anna Bolena. Ya se ha señalado la prolífica capacidad compositiva de Donizetti, quien en febrero de aquel año 1830 ya había estrenado dos óperas: I Pazzi per progetto e Il diluvio universale y una tercera Imelda de’ Lambertazzi, a comienzos de septiembre, cuando Felice Romani ya estaba escribiendo el libreto de Anna Bolena.
Aunque Romani no cita las fuentes que utilizó, parece ser que se inspiró en dos obras teatrales: la tragedia Anna Bolena (1788) del conde Alessandro Pepoli y Henry VIII (1791) de Marie-Joseph Chénier, hermano del poeta Andrea Chénier, inmortalizado por Umberto Giordano en su ópera Andrea Chénier.
El libreto de Romani relata el último mes de vida de Anna Bolena, segunda esposa de Enrique VIII, decapitada el 19 de mayo de 1536. Romani se aparta un tanto del rigor histórico para dotar de un halo romántico a los personajes de Anna y su antiguo enamorado, Riccardo Percy, en contraposición con la brutalidad y egoísmo de Enrico y la postura de ambigüedad moral de Giovanna Seymour (dama de Anna Bolena), una mujer ambiciosa que utiliza sus armas femeninas para conquistar al voluble e interesado Enrico y ocupar el trono de Anna, aunque, a la vez, siente remordimientos por su traición a la reina, intentando que sea repudiada por Enrico de la manera menos traumática posible.
El 10 de noviembre de 1830 Romani entregó el libreto a Donizetti, quien se puso de inmediato a componer la música, recluido en la villa que la soprano Giuditta Pasta poseía a orillas del Lago de Como, cerca de Milán, donde, sin duda, la cantante estuvo perfilando junto al compositor las características vocales e interpretativas del personaje de Anna Bolena. La ópera estuvo concluida el 10 de diciembre, empezando inmediatamente los ensayos.
El estreno tuvo lugar en el Teatro Carcano de Milán el 26 de diciembre de 1830, con el mejor reparto posible de la época: Giuditta Pasta (Anna Bolena), Giovanni Battista Rubini (Riccardo Percy), Elisa Orlandi (Giovanna Seymour) y Filippo Galli (Enrico VIII). El éxito resultó apoteósico, siendo el primer gran triunfo de Donizetti, quien consiguió por primera vez que una ópera suya fuese representada en el extranjero. La obra llegó a París y Londres en 1831, también con las interpretaciones de Pasta y Rubini junto al famoso bajo Luigi Lablache como Enrico VIII.
El estreno en España tuvo lugar en el Teatro de la Cruz de Madrid en 1832. Fue la ópera con la que se inauguró el Gran Teatre Liceu de Barcelona en 1847. Anna Bolena tuvo cierta difusión hasta finales del siglo XIX, hasta desaparecer por completo durante la primera mitad del siglo XX, volviendo a ser representada en 1947, en el centenario del Liceu de Barcelona.
La verdadera recuperación de esta ópera tuvo lugar en el Teatro alla Scala en 1957, interpretada de manera magistral por Maria Callas, con dirección escénica del cineasta Luchino Visconti y musical de Gianandrea Gavazzeni. Desde entonces recibió un gran impulso, siendo interpretada por sopranos como Leyla Gencer, Beverly Sils, Montserrat Caballé, Renata Scotto, Joan Sutherland, June Anderson, Mariella Devia, Edita Gruberová, y en tiempos recientes por la rusa Anna Netrebko y las norteamericanas Sondra Radvanovsky y Angela Meade.
Argumento
La acción tiene lugar en 1536, en el Castillo de Windsor y la Torre de Londres.
Acto I
Escena I. Los cortesanos comentan que el rey Enrico VIII se ha cansado de su esposa Anna Bolena y anda cortejando a Giovanna Seymour, dama de la corte. En sus estancias privadas, la reina departe con Seymour y el paje Smeton (secretamente enamorado de la reina), quien interpreta una canción que Anna interrumpe bruscamente, ya que le recuerda a un antiguo amor. Después advierte reiteradamente a Giovanna de que no se deje deslumbrar por las falsas promesas amorosas. Seymour se marcha visiblemente agitada a su estancia privada donde aparece Enrico, quien trata de conseguir sus favores. Ella le dice que solo será posible a través del matrimonio. Ante esta situación, el soberano decide romper con su esposa y buscar algún motivo para acusarla de infidelidad, maquinando la estrategia de traer a la corte a Lord Riccardo Percy, antiguo enamorado de Anna, con la intención de volverles a reunir, atento a cualquier reacción de su esposa.
Escena II. En los jardines del Palacio de Windsor, Lord Rocheford, hermano de Anna Bolena, se sorprende al ver allí a Riccardo Percy. Aparecen el rey junto a su confidente, Lord Harvey, y la reina, preparados para ir de cacería. El rey observa la turbación de su esposa al ver a Percy después de tanto tiempo y encomienda a Harvey que le espíe para ver si puede atraparla en una situación que comprometa a la reina.
Escena III. En una galería de los aposentos de Anna, el paje Smeton, quien ha robado un medallón con el retrato de la reina, intenta restituirlo, pero la llegada de Rocheford y Anna le obligan a esconderse. De manera muy imprudente, Percy, aún muy enamorado de Anna, se le acerca para preguntarle si alguna vez llegó a amarle y ella asiente, aunque le dice que huya. Percy intenta suicidarse con su puñal. Creyendo que Anna está en peligro, Smeton sale de su escondrijo para defenderla enfrentándose a Percy, y en esos momentos aparece el rey con Harvey y su séquito. A Smeton se le cae del pecho el medallón con el retrato de Anna. Enrico ya tiene motivos para acusarla y le dice que será sometida a juicio.
Acto II
Escena I. Harvey notifica a la reina su procesamiento. Giovanna, llena de remordimientos, acude a ver a Anna, quien maldice a la cortesana con la que Enrico mantiene relaciones. Giovanna le confiesa que es ella. Anna se muestra enfurecida, aunque finalmente la perdona.
Escena II. Anna se presenta ante el rey para quejarse de cómo es tratada. Enrico, de manera cínica, le comunica que la principal acusación contra ella son sus relaciones con Smeton. Anna se muestra indignada, ya no pide nada al rey y se retira mostrando su clase y dignidad. De manera desesperada, Percy trata de salvar a la reina, fingiendo que ha estado casado con ella y que el matrimonio con Enrico no es válido. Anna es procesada y condenada a muerte junto a Percy y Rocheford. Giovanna se presenta ante el rey comunicándole que no quiere subir al trono causando la muerte de Anna.
Escena III. Los prisioneros están confinados en la Torre de Londres. Harvey anuncia a Percy y Rocheford que el rey les perdona la vida. Ambos rechazan la clemencia del rey. Rodeada de sus más fieles damas, Anna da muestras de perturbación mental, recordando de manera deslavazada su juventud y el amor que sentía por Percy. Se oyen a lo lejos campanas y cantos de júbilo: el rey acaba de casarse con Giovanna Seymour. Anna recupera la razón y encara con firmeza su ejecución.
Magnífica partitura
Donizetti en Anna Bolena muestra su capacidad como orquestador, creando una música que se integra perfectamente en la acción dramática y la hace progresar. Destaca la amplia obertura, que se inicia con unos rápidos acordes de la cuerda, seguidos de una intervención de la flauta ejecutando un trino en combinación con el sonido de las trompas. El segundo tema tiene un carácter solemne, pleno de aliento netamente sinfónico. Después aparece un tercer tema, cuya ligereza inicial deriva a sonoridades sinfónicas con influencia de Beethoven, muy admirado por Donizetti. La brillante conclusión de la obertura tiene una nostálgica y bella melodía donde predomina el sonido de oboes y clarinetes, al que siguen un crescendo orquestal de estilo rossiniano, primero de cuerda y maderas a las que se unen trompetas y trombones; la melodía y el crescendo vuelven a repetirse concluyendo esta brillante obertura.
El bello sonido del arpa introduce y acompaña la canción de Smeton en el Acto I. También en ese acto cabe destacar el interludio musical previo al dúo de Giovanna y Enrico, donde se van mezclando un tema de gran lirismo que marca la presencia de Smeton, en contraste con otro que reproduce una gran turbación de Giovanna. La entrada en escena de Percy está marcada por el sonido de la cuerda en pizzicato, en conjunción con las maderas. Destaca también en ese primer acto la introducción orquestal de la escena de Smeton, con solemnes acordes seguidos por diálogos de la cuerda aguda y grave insertándose un brillante solo de oboe. Imponente sonido orquestal que acompaña a voces solistas y coro en el gran concertante conclusivo del Acto I.
En la corta obertura del Acto II, con fuertes acordes seguidos de una melancólica cantinela que enlaza con la intervención del coro femenino, voces y orquesta se entrelazan produciendo efectos de gran belleza. El reiterado sonido de las trompas introduce y acompaña la plegaria de Anna, ‘Dio, che mi vedi in core‘, antes del comienzo de su gran dúo con Giovanna.
En el prólogo de la escena conclusiva de la ópera, la orquesta ejecuta una música de carácter fúnebre, donde se escucha una triste melodía silueteada por clarinetes y fagotes junto al sonido del flautín y de la cuerda en pleno que enlaza con el coro femenino, creando uno de los momentos más sublimes de esta ópera.
En la escena final se escucha un interludio orquestal de gran lirismo previo al recitativo de Anna, ‘Piangete voi?‘, donde, en las fases de su desvarío mental —se trata de una escena de locura— se van alternando los sonidos etéreos de la flauta en contraposición con violentos acordes de cuerda y maderas. La interpretación solista del corno inglés introduce y acompaña el aria ‘Al dolce guidami castel natío‘. Brillantes sonoridades orquestales acompañan la imponente cabaletta ‘Coppia iniqua‘, con la que Anna entona su adiós a la vida y concluye la ópera.
Brillante vocalidad
El personaje de Anna Bolena es de extraordinaria dificultad y requiere una soprano dramática de agilidad, con gran dominio del registro grave, ancho centro junto a una poderosa franja aguda que le permita elevar la voz al Re5. Todo ello unido a un incisivo fraseo, facilidad para las medias voces y el canto legato, junto a un absoluto dominio de la coloratura. Aparte de las demandas vocales, precisa de una actuación teatral de primerísima magnitud, sobre todo en los abundantes recitativos, donde debe plasmar diferentes estados anímicos, dando especial relevancia a cada frase y a cada palabra cantada.
Todo ello se pone de manifiesto en su gran escena inicial con el recitativo ‘Si taciturna e mesta‘, al que sigue la canción de Smeton, bruscamente cortada por Anna, al recordarle un pasado amor y que da paso a la introspectiva aria ‘Come, innocente giovene‘, donde la coloratura se inserta en la acción dramática. En la cabaletta ‘Legger potessi in me‘ la coloratura se centra en la frase ‘Non laciarte lusingar‘, dirigida a Giovanna, que va repitiendo con una serie de variaciones. Uno de sus grandes momentos se produce al final del Acto I, con esa impresionante frase en tono desafiante ‘Giudici! ad Anna‘, seguida de la vibrante cabaletta ‘Ah! Segnata è la mia sorte‘, que repetida enlaza con un gran concertante, en cuya conclusión la voz debe elevarse al re5.
La otra gran escena solista de Anna se produce al final de la ópera con el recitativo ‘Piangete voi‘, donde debe plasmar a través de una matizada interpretación un auténtico estado de confusión mental. En el aria ‘Al dolce guidami castel natio‘ debe resolver una compleja coloratura con gran profusión de trinos y escalas ascendentes y descendentes, que es llevada a sus máximos extremos en la impresionante cabaletta, en el mejor estilo belcantista, ‘Coppia iniqua‘ con numerosos saltos de notas agudas a graves; y en la repetición, ejecutando dificilísimas variaciones, concluyendo con una subida al re5.
También muy complicado el papel de Giovanna Seymour, que requiere una mezzosoprano aguda de muy depurada línea de canto, amplio registro, gran dominio de la coloratura y también magníficas dotes de actriz, para interpretar a un personaje lleno de ambigüedad. Estas características ya se manifiestan en el mismo comienzo de la ópera con su página solista ‘Ella di me, sollecita‘, y sobre todo en su gran escena del Acto II: aria-cabaletta ‘Per questa fiamma indomita… Ah! pensate che rivolti‘, que demanda una exquisita vocalidad y la resolución de una compleja coloratura.
La página más importante de esta ópera es el gran dúo de Anna y Giovanna del Acto II, uno de los más brillantes de todo el repertorio. Aquí soprano y mezzo se enfrentan en una escena de gran dramatismo, moviéndose continuamente entre el arioso y el recitativo, con frases amenazantes de Anna (‘Tu! mia rivale! Dio! Tu? tu? Seymour? mia rivale!‘), que responde Giovanna de manera patética: ‘Perdono. Dal mio cor punita, inesperta, lusingata… Infelice, fui sedotta‘, seguida del larguetto ‘Amo Enrico, e n’ho rossore. Mio supplizio è questo amore‘. En la parte final del dúo Anna perdona a su rival: ‘Va, infelice, e teco reca. Il perdono di Bolena‘, contestada por Giovanna con fuertes acentos: ‘Ah! peggiore è il tuo perdono‘, para concluir intercambiando rápidas frases y juntando las voces en una brillante stretta, plena de florituras vocales y rematada al unísono con un do5.
El personaje de Ricardo Percy requiere un tenor lírico-ligero de gran musicalidad, magníficos agudos y facilidad para las medias voces, mostrando a través de bellas melodías su amor por Anna. Destaca en su escena del Acto I, aria-cabaletta ‘Da quel di che, lei perduta… Ah! così nei di ridente‘. Y, sobre todo, en su gran escena del Acto II: ‘Vivi tu, te ne scongiuro… Nel veder la tua costanza‘, de gran dificultad vocal (a veces suele omitirse), donde el tenor tiene que moverse muy bien en el registro agudo, con subidas al do4 y do4 sostenido. Debe ofrecer una gran actuación en su amoroso dúo con Anna, emitiendo la preciosa frase: ‘S’ei t’aborre, io t’amo ancora‘, y en el quinteto junto a Anna, Hervey, Enrico y Rochefort, ambos del Acto I. Interviene también junto a Anna y Enrico en el terceto del Acto II, otra de las páginas más brillantes de esta ópera.
Enrico requiere un bajo de amplio registro, con una poderosa franja grave y una interpretación que muestre su talante cínico y brutal; no tiene ninguna página solista pero brilla en el quinteto y terceto ya citados, y en su dúo con Giovanna del Acto I.
El paje Smeton es un personaje travestido que requiere una mezzo con una línea de canto plena de expresividad y buena ejecución de la coloratura. Destaca en su lírica canción interrumpida por Anna ‘Deh! Non voler costringere‘ y en su importante escena ‘E sgombro il loco… Ah! parea che per incanto‘, ambas del Acto I. Más episódicos los roles de Lord Rochefort (barítono) y Harvey (tenor).
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