El sello discográfico Eudora Records acaba de publicar el álbum ‘Bach. The Violin & Harpsichord Sonatas’, con la integral de estas obras a dúo del compositor alemán, a cargo del violinista Andoni Mercero y el clavecinista Alfonso Sebastián, que llevan trabajando juntos más de veinte años.
Por Susana Castro
El repertorio que ofrecen en su nuevo álbum se ha grabado en numerosas ocasiones, ¿qué elementos diferenciales creen que pueden aportar ustedes a esta música?
Andoni Mercero: Es cierto que esta colección de sonatas se ha grabado muchas veces y existen versiones, podríamos decir, de todos los colores. Precisamente por eso podría resultar peligroso enfrentarse a este repertorio con la idea, probablemente algo pretenciosa, de ofrecer una versión novedosa, transgresora, nunca antes escuchada. Ese tipo de enfoque podría tal vez ser incluso conveniente para composiciones de menor profundidad en las que la labor y personalidad del intérprete juegan un papel muy importante a la hora de presentar una versión que resulte musicalmente interesante. Pero en el caso de estas sonatas de Bach creo que tanto Alfonso como yo pensamos que lo mejor que podemos hacer es permitir que la música respire y se desarrolle del modo más sencillo, natural y honesto posible.
Dicho esto, en lo tocante a la interpretación, sí que creo que hay un aspecto de este disco que es claramente reseñable: se trata de la toma de sonido que ha llevado a cabo Gonzalo Noqué y que sitúa a esta grabación, indudablemente, entre las de mejor sonoridad y equilibrio existentes en el mercado hoy en día. Al margen de lo que Alfonso y yo hayamos podido hacer, el trabajo de Gonzalo merece una atención especial.
Alfonso Sebastián: Cuando se lleva a cabo una grabación discográfica, el resultado final nace del esfuerzo conjunto de dos partes: por un lado, los músicos y por otro, el ingeniero de sonido. En este caso los entrevistados somos los músicos, pero Gonzalo Noqué, el ingeniero a cargo de la toma de sonido de nuestro disco, es responsable de uno de los aspectos del disco que me parecen más destacables: pocas grabaciones de las ya existentes en el mercado tienen una toma sonora de tanta calidad, equilibrio y calidez como la que logró Gonzalo con la nuestra.
En lo que respecta a la parte estrictamente musical, Andoni y yo hace muchos años que nos conocemos y tocamos juntos este repertorio. Pese al tiempo que haya podido transcurrir, nos maravilla, nos pasma y nos emociona como el primer día. A mí me gustaría pensar que parte de esa fascinación y de la pasión con que ambos abordamos esta música ha quedado fijada de manera indeleble en nuestro disco. En cualquier caso, creo que nadie debería acudir a nuestra versión en busca de elementos iconoclastas o transgresores (sea lo que sea que ello quiera decir tratándose de la música de Bach). Esta colección de sonatas es una de las obras más decantadas de cuantas este autor nos legó: se conservan hasta tres versiones distintas, de diferentes épocas, que abarcan un periodo de más de veinte años, en los cuales Bach refinó y pulió esta música hasta el extremo. El intérprete no tiene mucho más que hacer aparte de tocar con respeto una música tan admirable, en la esperanza de que el público participe también de esa experiencia.
Llevan tocando juntos muchísimos años y, en concreto, interpretando el repertorio que se encierra en este disco, ¿qué les ha hecho decidirse a grabar un álbum ahora?
Andoni Mercero: Creo que el proyecto de esta grabación se puso en marcha, sin saberlo nosotros, el día en que Alfonso y yo interpretamos las seis sonatas en un mismo día (en dos sesiones) en el Festival de Música Antigua de Sevilla. Esto ocurrió en 2018, y aquel fue un día que suelo calificar como glorioso. Por el gran esfuerzo técnico y de concentración que supuso, por el clima de intimidad que se creó junto al público, por el enorme placer artístico que supuso para ambos… Después volvimos a ofrecer este repertorio en concierto en varias ocasiones y, a medida que íbamos asimilando con más profundidad cada una de las sonatas, más cuerpo iba adquiriendo la idea de hacer una grabación de todas ellas. Lo que en un principio nos parecía, al menos a mí, una ocurrencia tal vez demasiado audaz y seguramente innecesaria (¿necesitaba la humanidad de otra versión grabada de las sonatas para violín y clave de Bach?) fue poco a poco transformándose en un deseo personal prácticamente ineludible, entendido, desde luego, no como una contribución a la humanidad, sino como una humilde declaración de admiración y amor por esta música.
Alfonso Sebastián: Recuerdo que recibimos buenas críticas de prensa del concierto al que se ha referido Andoni. Concretamente Ismael Cabral, autor de una de aquellas, terminaba sugiriendo que nuestra integral merecía ser llevada al disco. Habiendo alcanzado ambos un grado de madurez que creíamos necesario para afrontar los retos que plantea una música tan exigente, decidimos ‘recoger el guante’ del crítico sevillano y acometer la empresa ―como digo al final de las notas que acompañan a nuestro disco― ‘como testimonio de nuestro amor incondicional por esta música, nuestra pasión por el universo sonoro de Bach y nuestro respeto por este arte que ilumina nuestras vidas’. Y también porque nos pareció una bonita manera de celebrar los veinticinco años que hace que Andoni y yo coincidimos por primera vez sobre un escenario y la amistad que desde entonces nos une. Es un disco, por tanto, muy personal en ese sentido.
¿Cuál suele ser la reacción del público frente a este repertorio cuando lo interpretan en concierto?
Andoni Mercero: Suele ser una reacción fantástica. En Bach se da una relación perfecta entre lo racional y lo irracional, entre la más elevada inteligencia musical y el más profundo contenido emocional. Quien disfrute del equilibrio, la proporción, el contrapunto, se volverá loco con estas sonatas. Igual que caerá rendido aquel que se acerque a esta música desde una perspectiva más emocional y sensitiva.
Alfonso Sebastián: Hasta la fecha, hemos tenido una espléndida y afectuosa acogida todas las ocasiones que hemos tocado esta música por España. Personalmente aprecio mucho la sensación de intimidad que se crea con el público. El equilibrio sonoro entre el clave y el violín en estas sonatas es un asunto peliagudo y aconseja que las salas donde las tocamos sean de dimensiones reducidas, lo que propicia esa intimidad con los asistentes. No hay que olvidar que esta música pertenece a un ámbito más bien doméstico o, en el mejor de los casos, cortesano, así que su lugar natural serían salas palaciegas como las de Cöthen, una corte ‘de provincias’ con un palacio de pequeño tamaño. Creo que ese difícil equilibrio entre los instrumentos es lo que hace de este ciclo algo infrecuente en las salas de concierto (y también ―justo es decirlo― por la enorme dificultad que algunos de sus movimientos encierran); por eso también creo que el público aprecia y siente lo excepcional de poder escuchar esta música en vivo. Me atrevería a afirmar que es un ‘acontecimiento’ cuando se produce. En todo caso, los veinticinco movimientos que conforman la colección son tan variados, tan bellos, que el público siempre termina encantado, pese al esfuerzo innegable que, también para él, supone enfrontarse a una música tan exigente.
Andoni, ¿cómo describía lo que supone para usted trabajar con Alfonso?
Alfonso es un músico enorme. También, desde luego, un clavecinista excepcional, pero creo que es característica de él la capacidad de concebir la música, de imaginar el sonido independientemente de su instrumento. Cuando hace música en su cabeza puede haber oboes, violines, trompetas, voces o, tal vez, ninguno de ellos. Después utiliza el clave como lo que es, un ‘instrumento’ para alcanzar un objetivo sonoro o musical. Este proceso de trabajo le permite trascender algunas de las limitaciones naturales de su instrumento, por ejemplo, la ausencia de dinámica en el clave, lo que él mismo describe como ‘tocar en blanco y negro’. Del mismo modo que una discapacidad sensorial agudiza extraordinariamente otros sentidos, Alfonso ha desarrollado una extrema fineza, una, digámoslo así, microsensibilidad en aspectos como la articulación, el modo de desplegar los acordes, la capacidad de pronunciar su interpretación con extraordinario detalle. Todo ello le permite crear esa ilusión de dinámicas, colorear el ‘blanco y negro’ del clave y dibujar para el oyente vívidos fraseos, tanto melódicos como armónicos.
Por otro lado, Alfonso tiene un buen gusto y un sentido de la proporción que me transmite mucha seguridad a la hora de hacer música juntos. Cuando tengo dudas confío plenamente en sus consejos. Creo que soy muy afortunado de poder hacer música junto a él y que sería difícil imaginar un mejor compañero musical.
Alfonso, en su caso, ¿qué cree, a la hora de trabajar conjuntamente, que aporta Andoni a con su violín a este trabajo en particular?
Además de un buen amigo, Andoni es un violinista excepcional, cuya honestidad como persona se trasluce a cada momento cuando toca su instrumento. Otra de sus grandes cualidades es su seriedad y rigor a la hora de rendir servicio a la música, una especie de ética del trabajo bien hecho que, personalmente, siempre me ha impresionado. Todas ellas son cosas que me obligan a superarme a cada momento para poder estar a la altura de lo que él se exige a sí mismo como músico; es decir, me hace crecer como músico y en definitiva, con ello también logra ―acaso sin proponérselo― la alquimia de hacerme mejor persona. Por lo demás, ambos tenemos una manera de entender la música bastante similar, así que rara vez discrepamos en nuestra modo de interpretar tal o cual pasaje o movimiento: tocar con él es, en ese sentido, muy sencillo. Así pues, y aunque puede resultar paradójico, es algo a un tiempo sumamente simple, pero también sumamente exigente.
Si nos centramos en este repertorio en concreto, su violín aporta el color de que adolece el clave, un instrumento ‘en blanco y negro’ que traduce la música con los mismos medios con que un dibujante o un grabador plasman su arte en la hoja de papel o la plancha de cobre. Él es capaz también de mantener el sonido más allá de donde yo llego, así como aportar la dinámica que el clave no tiene… pero en este caso, quizá la feliz conjunción de estos elementos sea más obra del compositor, que supo engarzar personalidades y sonoridades de instrumentos tan distintos en un todo coherente y sonoramente tan extraordinario como esta colección de sonatas.
¿Qué instrumentos han utilizado para esta grabación? ¿Por qué los han elegido?
Andoni Mercero: El mío es un violín anónimo de escuela italiana y probablemente de los primeros años del siglo XIX. Lo toco con cuerdas de tripa y arco barroco. Más interés tiene en este caso el clave que ha tocado Alfonso, ya que se trata del modelo que probablemente inspiró a Bach la composición de estas sonatas.
Alfonso Sebastián: Toco un clave de dos teclados construido en París a partir de un modelo de Mietke por William Dowd a principios de los años 80 del pasado siglo.
Michael Mietke fue un afamado constructor berlinés, contemporáneo de Bach. Tenemos constancia de que, siendo este maestro de capilla de la corte de Cöthen, y a instancias de su patrón, el príncipe Leopoldo, encargó a aquel constructor un clave muy similar al que yo empleo en esta grabación. La adquisición de tan espléndido instrumento seguramente sirvió de inspiración para toda una serie de obras en las que el clave asume un papel concertante, algo novedoso para su tiempo. El sofisticado sonido de ese Mietke abrió horizontes a Bach, en cuanto a colores del teclado, con los que antes ni siquiera había soñado. En esencia, le hizo ver que un sonido tan rico podía servir de base para un nuevo género musical, en el que el clave, habitualmente relegado al acompañamiento, se convirtiera en un auténtico par de un instrumento solista, como el violín.
El Mietke de nuestra grabación es un instrumento que tiene un historia singular, pues pertenece a la Institución Fernando el Católico de Zaragoza ―que amablemente lo cedió para la ocasión― y es bien conocido de cuantos nos dedicamos en España a la música antigua, puesto que es uno de los instrumentos del Curso de Música Antigua en Daroca, decano de los españoles, y a quien tanto debemos quienes nos dedicamos a esto.
Han elegido el sello Eudora Records para la publicación de este disco. Resulta paradójico hablar de música barroca y tecnología musical. ¿Cómo ha sido el proceso de grabación junto a Gonzalo Noqué en la Iglesia de San Miguel de Daroca (Zaragoza)?
Andoni Mercero: Como ya adelantaba más arriba, la labor de Gonzalo ha sido verdaderamente fantástica. La iglesia donde se grabó tiene una resonancia generosa y las paredes de piedra desnuda podrían conferir a los instrumentos un timbre algo duro o metálico. A pesar de no conocer previamente el espacio, Gonzalo consiguió en un tiempo récord una disposición de los micrófonos y de los instrumentos que resulta en una toma de sonido perfectamente equilibrada, con una sensación de amplio espacio al mismo tiempo que muy fiel a los detalles de producción de sonido de ambos instrumentos, además de una gran calidez tímbrica general. Creo que es inmejorable.
Por otro lado, además de Gonzalo como asesor artístico, tuvimos también la ayuda, sobre todo yo, de mi mujer, Alicia Amo, que además de cantante es violinista, conoce perfectamente mi manera de tocar y supo empujarme hasta el límite en muchas ocasiones durante esta grabación. El resultado por mi parte no habría sido el mismo sin su atentísima escucha y su tesón a la hora de aconsejarme.
Toda grabación es dura y complicada. La producción de esa foto fija que es un disco conlleva una gran responsabilidad; uno espera quedar ‘guapo’ en esa foto que permanecerá inmutable durante años. Siempre existe el peligro, además, de que las incontables repeticiones a lo largo de horas hagan perder frescura y emoción a la interpretación. Durante esta grabación de las seis sonatas de Bach todos esos elementos estuvieron presentes, la tensión y el cansancio. Pero la atmósfera de intimidad mística de la Iglesia de San Miguel, el buen entendimiento entre las cuatro personas allí presentes y, sobre todo, la belleza inexplicable de la música de Bach hicieron de aquellos días una experiencia maravillosa que recordaré siempre con enorme cariño.
Alfonso Sebastián: Como decía antes, Gonzalo obró el milagro de lograr una grabación absolutamente equilibrada de una pareja de instrumentos tan heterogénea como el violín y el clave. Con estas sonatas hay que vencer la tentación del camino fácil que supondría subir un poquito el volumen al micrófono que registra el sonido del clave, pues enseguida se percibiría dicho falseamiento. La Iglesia de San Miguel de Daroca, que tantos conciertos ha albergado, es un edificio a caballo entre el románico y el gótico que planteó a Gonzalo retos técnicos de grabación a la altura de los retos musicales que deparan estas sonatas a los músicos que se enfrentan a ellas. No pudo salir más airoso, en mi opinión.
Tienen una gran actividad concertística, ¿cuándo tendrán lugar sus próximos compromisos?
Alfonso Sebastián: Andoni y yo planeamos poder presentar próximamente el disco por la geografía española. De hecho, ya hemos tenido ocasión de tocar estas sonatas (en versión integral o parcialmente) en diversas localidades. Personalmente, albergo la esperanza de poder llevar nuestra versión a Alemania: me encantaría hacer sonar estas sonatas en la tierra que las vio nacer. De algún modo, cuando a los músicos españoles nos invitan a tocar al extranjero acostumbran a pedirnos música española, en conciertos que suelen adquirir tintes de ‘descubrimiento’ para el público en la mayoría de los casos. Es algo que he hecho en numerosas ocasiones, de lo que me siento orgulloso y que me gusta hacer, pero también creo que es momento de reivindicar nuestra capacidad ―la de los músicos españoles, digo― para abordar ese otro repertorio (menos periférico, menos excéntrico, si se me permite la expresión) más allá de los Pirineos.
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