El pasado año la JONDE cumplía su 40 aniversario, celebrado por todo el sector cultural español. Se trata de un proyecto imprescindible en el presente y el futuro de nuestro país, ya que supone la primera experiencia profesional sinfónica para unos jóvenes intérpretes que encuentran en la música su forma de vida, aunque el proyecto va mucho más allá de la formación
Por Susana Castro
En 2020 asumiste la dirección artística de la JONDE, siguiendo los pasos de Edmon Colomer, Llorenç Caballero y José Luis Turina. ¿Qué objetivos te marcaste inicialmente?
Había un objetivo común entre lo que yo pensaba que había que hacer y lo que el Ministerio quería hacer. Después de los años de crisis encadenadas, se quería apostar otra vez por el proyecto, situarlo en un plano internacional, ya que había perdido visibilidad por la merma de presupuestos. Admiro mucho a José Luis Turina porque en los últimos años mantuvo una actividad artística interesante y valiosa en circunstancias complejas. Tocaba ocuparse de la JONDE, reforzarla y abrir nuevas posibilidades, distinguirla como proyecto cumbre que recoge todo el ecosistema de las jóvenes orquestas españolas, que son muchísimas y suenan fenomenal.
En mi proyecto personal también estaba la ambición de que la JONDE se cuente entre los grandes proyectos europeos de esta índole. Es nuestra obligación, y tiene sentido, ya que es un reflejo del momento espectacular que vive la música clásica en España; tenemos unas generaciones con un nivel como nunca ha habido. La JONDE tiene que hacer honor a esto estando a la altura de ese talento y sus necesidades.
¿Dirías que se han cumplido estos objetivos?
La JONDE siempre ha sido una orquesta muy admirada y creo que en estos años hemos conseguido que, indiscutiblemente, sea la orquesta joven del sur de Europa. El resto de las jóvenes orquestas de la zona, Portugal, Italia, Grecia, etc., nos miran y nos admiran. La JONDE tiene una gran estructura y solidez, algo que no tienen todas las jóvenes orquestas. El apoyo institucional y de dinero público es imprescindible, y tenemos la obligación de salir al encuentro de esta apuesta. El año pasado la orquesta cumplió cuarenta años y es vox populi que se trata de un gran éxito de país, es uno de nuestros grandes bastiones culturales y educativos.
Algunos objetivos se han cumplido y otros no, estamos en ello. Hacen falta más que cuatro años para lograr ciertos hitos. La JONDE tiene que reforzar su presupuesto para poder hacer más cosas. Internacionalizar el proyecto también quiere decir salir de nuestras fronteras, no estar únicamente en boca de Centroeuropa porque vienen grandes nombres y profesionales a dar clase, dirigir o tocar. Eso se consigue con una buena base económica que todavía no hemos alcanzado.
Una cosa de la que estoy muy orgullosa es de que hay muchos músicos y músicas españoles que forman parte de grandes proyectos europeos, los copan, ya que se ha llegado a unos porcentajes de presencia inéditos. Cuando estos proyectos coinciden en fecha con la JONDE, prefieren venir aquí, así que estamos consiguiendo los objetivos.
Uno de los hitos más importantes que se han logrado en estos años ha sido el convenio firmado con la Fundació de Música Ferrer-Salat. ¿En qué consiste esta colaboración?
Para nosotros es un honor y un privilegio que nos hayan escogido para este proyecto. En un primer momento me llamó el director artístico de la Fundació, Jesús Rueda, y me contó que habían pensado que la JONDE podría ser una orquesta ideal para difundir su Premio Reina Sofía de Composición Musical, uno de los grandes premios de composición para la música actual que existen en el mundo, con una grandísima dotación económica y proyección. La JONDE, gracias a José Luis Turina, que es un compositor de primera fila, siempre ha apostado por la creación contemporánea, con muchísimo acierto, haciendo que sea parte de su ADN.
Mi gran sorpresa fue cuando me dijeron que eligiésemos nosotros la contrapartida que la Fundació podía otorgarnos. Enseguida pedí becas, ya que la JONDE las había tenido tiempo atrás y se perdieron por las crisis. En un verdadero proyecto de joven orquesta ofrecer becas de este tipo es fundamental. Se trata de un apoyo integral al joven músico en un momento crucial de su vida. Nos dieron carta blanca, por lo que no son unas becas únicamente formativas, se pueden usar para una amplitud enorme de campos. Acaba de cerrarse el plazo de solicitud de la segunda convocatoria, y han vuelto a ofrecerse treinta becas de 8.000 euros cada una para nuestros músicos. La experiencia de la primera convocatoria ha sido tremendamente positiva, tanto por las becas como por la difusión de la obra ganadora del premio en 2022, Unda maris de Javier Quislant, una obra preciosa y difícil, que nos ha dado mucho en qué pensar.
Aparte de los encuentros, la JONDE mantiene actividad en relación a los intercambios con otras orquestas juveniles. ¿De qué plataformas es miembro?
La JONDE es miembro de tres organizaciones internacionales. Iberorquestas Juveniles es un programa de cooperación internacional de ámbito iberoamericano del que formamos parte quince países. Es uno de los veinte programas de la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB) y la JONDE es entidad fundadora. El modelo de este proyecto es el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela. España ofrece un apoyo decisivo en todos los aspectos al programa. Enviamos todos los años a jóvenes de nuestra orquesta a otros países miembros para participar en proyectos de colaboración que tienen un marcadísimo perfil social en ámbitos vulnerables donde se usa la música como herramienta de desarrollo social para la mejora de miles de niños y niñas.
Formamos parte de la European Federation of National Youth Orchestras (EFNYO), una organización paneuropea en la que hay más de treinta países involucrados a través de entidades públicas y privadas y de la que también somos miembros fundadores. Realizamos intercambios de músicos: enviamos jóvenes de la JONDE a orquestas europeas y también recibimos a otros en nuestros encuentros. Es de una riqueza inconmensurable, ya que se crean vínculos importantísimos y se viven realidades distintas.
El tercer proyecto, en el que tenemos un poco menos de presencia, aunque me encantaría aumentarla, es Medinea (MEDiterranean INcubator of Emerging Artists). Es un programa con un potencial inigualable, ya que en esta red encontramos a los países ribereños del Mar Mediterráneo. La JONDE participa en él mayoritariamente a través de la Joven Orquesta del Mediterráneo.
Todo esto forma parte del proyecto artístico que yo quiero defender, que va más allá de enseñar a tocar dentro de una orquesta, que ya es muchísimo.
En junio volveréis a ser, por segunda vez, la formación residente de las Xornadas de Música Contemporánea de Santiago de Compostela. ¿Cómo llegáis a este proyecto?
Una joven orquesta tiene que ser un espacio de reflexión y estudio donde se viva esta música al igual que se vive el repertorio universal de todas las épocas. Se trata de tener el tiempo de estudio que te permita vincularte con estos repertorios, porque esos vínculos son los que generan el hecho musical. Antes siempre se programaba una obra de cada estilo en un mismo encuentro, con la intención de abarcar todo el repertorio. Desde mi punto de vista como intérprete hay obras del repertorio universal que requieren toda tu alma, por lo que programar junto a ellas una obra contemporánea importante no permite este proceso de vínculo del que hablo. Pensé que había que buscar la forma de atender a esto, pero con una serenidad y profundización diferentes.
Las Xornadas de Música Contemporánea fueron un regalo que se le hizo a la JONDE. Soy medio gallega, así que, una vez dejados atrás los peores momentos de la pandemia, el Auditorio de Galicia nos invitó a participar y vi la oportunidad perfecta. Un proyecto de música contemporánea necesita un público, un marco en el que poder desarrollarse, y aquí lo teníamos.
Este año hemos llamado al proyecto «Caleidoscopio», ya que todas las obras son como ir girando los espacios de un cristal y que vayan apareciendo los distintos colores. En diez días haremos veintidós obras, en cinco conciertos, con seis estrenos absolutos, cuatro de ellos comisionados por la JONDE. Dividimos el proyecto en un ensemble de música contemporánea, en manos del Ensemble Modern, con dirección de Pablo Rus Broseta e Isabel Rubio como directora asistente, que harán dos conciertos; y entre medias tendremos tres conciertos de música de cámara, en manos del Trío Arbós.
¿Qué otros encuentros están previstos para este 2024?
Realizaremos nuestro tradicional encuentro de verano en Valencia y giraremos por Llíria, Cullera, Segovia y Baeza. Es maravilloso comprobar que, puerta a la que llama la JONDE, puerta que se abre. Es la mayor cuenta de resultados de que las cosas se han hecho bien en estos cuarenta años. Todos somos la JONDE en el ecosistema cultural español.
¿A qué retos se enfrenta la JONDE?
Por un lado, reforzar su gestión y tener una estructura modernizada muy fuerte que la sostenga; nos falta personal. También necesitamos un presupuesto diferente, sobre todo teniendo en cuenta que todo se ha encarecido muchísimo en el actual escenario geopolítico. El proyecto tiene que hablar de la defensa de la cultura en la sociedad actual y de lo que tiene que significar como alimento de esa sociedad. Es un escudo ante los peligros de la tecnologización que, en mi opinión, no es solo buena, y puede llegar a representar una amenaza para todos los ámbitos profundamente humanos.
Pensando en el futuro, ¿cómo crees que se merecería celebrar este proyecto su 50 aniversario?
Sueño con que la JONDE tenga giras de verano como las de la Gustav Mahler Jugendorchester, aunque no dejaría de hacer el encuentro en España porque faltan muchos sitios por visitar. Me gustaría que la JONDE tuviera un proyecto internacional visible a nivel europeo y disponer de la capacidad económica de abrirnos a Iberoamérica. También me encantaría ver a la JONDE realizar una gira por Oriente, como han hecho y hacen las grandes orquestas del mundo, porque quiero que se llegue a eso, a que la JONDE sea una de las grandes orquestas del mundo. Tenemos lo más importante, un nivel instrumental y musical increíble, pero todo eso necesita canalizarse con mayor fortaleza.
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