El amor y la pasión por la música nacen de lo más profundo del alma. En ocasiones es algo hereditario y, en otras, como es el caso de Álvaro Mur, es una vocación temprana que te da el impulso para dedicar tu vida a la música, aunque tengas que estudiar de forma autodidacta, cambiar de ciudad y dejar muy lejos tu casa. Con su disco Introspección descubrimos un autorretrato sonoro del pianista, la presentación de una joven promesa del piano español. En las siguientes líneas dejamos por escrito toda la poesía y la literatura que transmite esta grabación.
Por Ana R. Colmenarejo
Introspección es tu primera grabación discográfica y surge a raíz de haber ganado el Concurs Internacional de Piano ‘Antoni Besses’ en su VI edición. ¿Qué has querido mostrar con este trabajo?
Ganar este premio me dio la oportunidad de grabar mi primer disco. Quería presentarme tal y como soy,sin trampas, sin ocultar nada, intentando mostrar la mayor cantidad de facetas de mi personalidad musical, artística e incluso de cómo puedo pensar. Quería que la gente con una simple escucha pudiera hacerse una idea de quién soy.
¿Qué repertorio has elegido? ¿Hay alguna obra que signifique mucho para ti?
Las tres obras del repertorio elegido son muy especiales para mí, son piezas a las que guardo mucho cariño, con las que he vivido mucho y con las que me siento cómodo. Quizá el Preludio, Coral y Fuga de César Franck es una obra a la que le tengo un cariño especial, me ha dado muchas alegrías y tiene una importante carga emocional, psicológica, filosófica y religiosa. Es el ser humano solo ante el mundo y ante Dios, preguntándole qué viene ahora, qué va a pasar; es el reflejo del camino de la vida.
La Fantasía Bética de Manuel de Falla me recuerda a mis orígenes, al sur, me apasiona esta obra. La elegí como homenaje a mis raíces, a Andalucía, donde he vivido tantos años. Forma parte de mí, la llevo ahí también con cierta nostalgia porque dibuja una imagen costumbrista desde la lejanía, con los aromas franceses de la época de Falla en París; la escribió allí con añoranza a su tierra, Cádiz, y en ella mezcla la técnica impresionista del París previo a los años 20 y rememora las sensaciones de Granada, de las fuentes de la Alhambra y las flores de la sierra. A veces, cuando he viajado y he tocado esta obra, he sentido la emoción, esta añoranza al lugar de origen.
Y, por último, Gaspard de la Nuit de Maurice Ravel es una obra conocida por su dificultad, por su belleza, por su profunda carga expresiva, quizá es la única obra en la que Ravel se deja llevar por sus emociones. Es agotadora porque lo vuelca todo ahí, y para mí tiene una doble lectura, que son los miedos del ser humano. Si analizas un poco la obra, Ravel la escribe en un momento en el que había perdido a su padre, y escoge poemas que son de temática terrorífica; tras analizar la música, la musicalización del texto y la temática, encuentro una relación en la que Ondine es el miedo a la soledad, al desamor, como la ninfa del poema, que no es correspondida; Le Gibet es el miedo a la muerte, a contemplarla directamente; y Scarbo puede ser el miedo a lo desconocido.
Has llamado Introspección al disco, ¿es una búsqueda hacia tu interior?
El título Introspección surge a raíz del proceso de reflexión que realicé. Quería conocerme por dentro emocionalmente, psicológicamente y musicalmente para encontrar las obras que mejor representan estas tres cosas: mi personalidad musical y artística, mi relación mente y cuerpo y mis emociones, que son las que he grabado en este disco. De algún modo, Introspección ha sido un proceso para mostrar mi autorretrato artístico en este momento.
¿Qué buscas provocar a quien te escucha?
Lo que intento cuando toco es que el público sienta la esencia de la obra. No puedo generalizar porque no se puede afrontar el vasto repertorio de la misma manera. Cada obra, cada compositor, cada momento, requieren una interpretación y una búsqueda concretas. Creo que lo que intento es indagar en una obra, buscar los elementos principales, lo que yo creo que es lo esencial, y transmitir de manera muy fácil esa idea al público, que puede ser una emoción, simplemente el virtuosismo en el caso de una obra vistosa de Liszt, o puede ser disfrutar de la belleza del sonido. En ocasiones es una obra fría y no hay ninguna emoción, pero se trata de disfrutar de la organización del sonido, de los elementos… Hay muchos casos concretos y es difícil generalizar, pero en resumen quiero que el público entienda la esencia de la partitura y del compositor, también en un determinado momento, porque esta idea puede mutar en mi cabeza.
Cuando la situación se normalice, ¿a dónde te gustaría llevar el disco?
Adonde se pueda. El disco está ahí para todo el mundo, ya sea una pequeña iglesia en un pueblo o un gran auditorio. Todo lo que sea compartir con la gente me da igual dónde sea ni cuándo ni cómo, quiero compartir sin más, quiero que llegue lejos, por supuesto, pero donde llegue bien estará.
¿Cuáles han sido tus últimos conciertos?
En diciembre tuve conciertos en Cataluña gracias a Juventudes Musicales. Actué en el Teatre Tarragona y en el Auditori Sant Josep de Moià (Barcelona). Los cogí con muchísimas ganas, e interpreté parte del repertorio de este disco. Estamos en una época en la que algunos conciertos salen, otros se cancelan. Antes de estos había tocado en festivales en verano y ahora tendría que estar en Alemania, pero se han cancelado los conciertos allí, se volvieron a posponer para principios de verano.
En junio tocaré con la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla en el Teatro de la Maestranza. Es un concierto al que le tengo mucho cariño porque lo organiza Juventudes Musicales de Sevilla, que fueron los que en su día me dieron mi primer concierto; así, el ciclo se cierra y tengo mucha ilusión. Además, tocar con una orquesta es una experiencia única.
¿Ha afectado mucho la pandemia a tu agenda?
Como a todos. Muchas cancelaciones, eventos apalabrados que se han quedado en palabras, pero desde el día en que se declaró el estado de alarma he sido muy optimista, lo he llevado con tranquilidad. Sé que todos estamos iguales, que no gano nada si me estreso, y lo que hay que hacer es buscar soluciones: eventos online, mucho vídeo, internet, conciertos grabados, etc. También he aprovechado para estudiar mucho.
¿Estás valorando en este tiempo realizar una posible grabación?
Sí, vi que esto iba para largo, así que empecé a leer mucho repertorio con orquesta, que es el repertorio que quería investigar, y después perfeccioné obras antiguas, hice relecturas de repertorio que ya tenía, con el conocimiento que tengo ahora, y muchos cambios, aprovechando el tiempo sin estrés. No tener un evento inminente me da la libertad para pensar, para trabajar, y también he podido buscar y pensar programas para otras grabaciones, de hecho ya contemplo dos o tres programas para grabar cuando se pueda.
En tus redes sociales te gusta mucho recordar efemérides de compositores, decir por qué te gustan.
Sí, es importante recordar a los compositores, al fin y al cabo, mi trabajo es su trabajo. Rescatar las obras de los grandes, o de los más pequeños compositores también, y mostrárselas al mundo. Y no solo eso, sino enseñar a los demás quiénes eran y cómo disfrutar de estas obras, o por qué a mí determinada obra me gusta. Por ejemplo, el otro día compartí algo sobre Mozart, he estado rescatando obras de él. En un lenguaje sencillo y breve, lo que permite una red social, conté por qué Mozart era un genio, y suelo recomendar que miren determinados compases. También lo hago porque el público lo agradece, me han dado las gracias por hacérselo tan fácil y creo que de esto se trata, de compartir fácil y humanamente.
¿En los conciertos también explicas un poco el repertorio que vas a tocar?
Depende del escenario. Si es un auditorio, es más difícil tener estas conversaciones, pero por lo general si me encuentro cómodo lo que intento es hablar con el público, darles las gracias, contarles lo que voy a tocar, darles algunas pistas de escucha. Por ejemplo, cuando toco Gaspard de la Nuit les doy algunas ideas, les propongo que en determinado pasaje piensen en una imagen. Prefiero hacer la presentación por un lado y después tocar, para que no se corte la experiencia auditiva, porque también el programa es un ciclo entero, es una idea de principio a fin.
A la hora de elegir el repertorio, ¿cómo lo sueles organizar?
Lo primero que hago es una construcción lógica, que las obras estén relacionadas, los compositores. A veces no tiene por qué ser el mismo compositor, no tiene que ser monográfico, puede haber un hilo conductor, ya sean influencias, una idea, una emoción, una experiencia… Ahora se me ocurre un típico programa Beethoven-Schumann como si fuera un homenaje a Beethoven.
¿Qué significa la música para ti?
Es mi vida, es la manera que tengo de ser yo mismo y comunicarme, de abrirme al cien por cien tal y como soy y de compartir el camino de mi vida y el camino de la vida de los grandes y de otros compositores. La música es la belleza de compartir todos juntos una experiencia. Es una herramienta que nos une, que nos hace mejores personas y que nos ayuda a crecer como sociedad, todos juntos.
¿Hay algún compositor que haya inspirado tu carrera?
Liszt. Ahora que miro hacia atrás, su música siempre ha estado ahí, me impresionaba mucho desde pequeño lo que era el virtuosismo, el arrojo de su música, pero también la parte poética y, a medida que han pasado los años, es un compositor que es recurrente en mí. También por el abanico de posibilidades que tiene su música,que es infinito, puede tocar todas las vertientes.
¿Cómo fueron tus comienzos en la música?
Nací en Ceuta y empecé a formarme allí de pequeñito de manera casual como cualquier otro niño. En casa me decían que era el niño orquesta porque cantaba todos los instrumentos que oía cada vez que escuchaba la radio. A los 8 años, me inscribí en clases de piano sin ningún tipo de pretensiones y resulta, esto me lo cuentan, que después de tocar el primer día de clase, que sí que recuerdo que era un piano vertical, muy viejo, salí de allí y le dije a mi madre que quería ser concertista y dedicarme a la música. Me enganché al piano, fue amor a primera vista.
¿Allí en Ceuta pudiste hacer toda la carrera o tuviste que venir a la península?
Los profesores de allí, a los que les tengo mucho cariño, eran más bien de un nivel medio, más para iniciaciones. Mi formación técnica musical seria, hasta los 16 años, fue de manera autodidacta. No tenía ni siquiera acceso a conciertos; la primera vez que vi una orquesta fue a los 15,y después conocí a mi primer maestro en Málaga, Alfonso Calderón de Castro, que ha sido mi pilar, mi base, a él le debo mi manera de pensar, mi técnica y mis ideas musicales. Después seguí estudiando con él en el Conservatorio Superior de Música de Sevilla; fue mi maestro durante seis o siete años.
Has tocado en muchas salas, en Europa, en Marruecos, en EE. UU. ¿Cómo ha sido esta experiencia?
El de Marruecos fue mi primer concierto; a los 18 años estaba estudiando en Sevilla y me llamaron por teléfono desde Ceuta; el concierto fue en Tetuán, en el Instituto Cervantes. Fue muy bonito y muy entrañable, nunca he visto un público tan agradecido. A pesar de la limitación de que mi ciudad es muy pequeñita y de haber pasado allí tantos años, una vez que salí he sido muy inquieto, siempre he querido aplicar a todo, moverme, tocar en el mayor número de sitios, viajar, y cada concierto ha sido una experiencia natural. He tocado en un sitio y, en consecuencia, en otro. Por ejemplo, me invitaron a EE. UU. para recibir unas masterclasses en la Nova Southeastern University en Miami y una vez allí tuve la oportunidad de actuar, y a raíz de esas actuaciones me recomendaron para tocar en el Piano Salon Christophori en Berlín, un concierto que se ha tenido que aplazar por la pandemia.
¿Hay algún escenario en el que hayas tocado que sea el que más te ha gustado o alguno en el que todavía no has estado que digas ‘es mi sueño’?
Sueños tengo muchos, hay muchas salas que me encantaría conocer desde el escenario. Recuerdo en Siena, en el Palazzo Chigi Saracini, una sala preciosa en la Academia Chigiana. Fue una semana muy especial con muchas emociones, con la audiencia muy implicada y le tengo cariño al sitio. También recuerdo cuando toqué en Miami en el Piano Festivalde allí, que más que por el sitio fue por la atmósfera. Creo que le guardo más cariño a la atmosfera y a la relación con el público que a la sala en sí. Alguna vez he tocado en un gran auditorio de renombre, conocido, pero no he sentido conexión y cariño, por mi culpa tal vez, y en otros sitios más íntimos, o más aleatorios, tengo un recuerdo más apreciable.
¿Qué significa para ti la parte de la enseñanza?
Guardo mucho respeto a la docencia porque es muy vocacional, pero me gusta mucho poder ayudar a otros chicos a alcanzar sus objetivos musicales, compartir mis ideas, todo lo que vivo en el escenario, porque al fin y al cabo es hablar de música, traducirlo a un lenguaje que se pueda asimilar fácilmente por el alumno, y me encanta, además que crezco enseñando. Valoro mucho lo que estoy aprendiendo viéndome a mí mismo y presentando estas cosas que hago a los demás, es bidireccional, enseño y a la vez aprendo de los alumnos, a veces de sus ideas; también cuando alguien te presenta una idea errónea se la tienes que rebatir y de eso se aprende.
Puesto que eres de Ceuta y has comentado que allí no había muchos medios, ¿te has planteado que mejore la situación? Ayudar a los estudiantes…
De hecho, es uno de mis grandes sueños y objetivos, aparte de hacer mi carrera y de seguir creciendo y desplazándome, tengo siempre presente no olvidarme de dónde vengo y darles a los demás lo que yo no pude tener o lo que tuve más tarde, porque sé que hay muchos chicos con muchas inquietudes allí. Ahora he empezado a tener contacto con ellos y quiero darles estas herramientas, al menos que tengan la opción a decidir y que no se vean limitados. Y por supuesto al resto de la población también, que haya más frecuencia de conciertos, que haya más opciones, porque lo disfrutan mucho.
¿Siempre tuviste claro que era el piano tu instrumento?
Sí, sin duda, nunca lo he dudado, fue amor a primera vista.
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