Álvaro Lozano Cames ha consolidado su trayectoria como una de las jóvenes promesas del violonchelo en España. En 2024, obtuvo el Primer Premio en Intercentros Melómano – Premio de Interpretación para Solistas y en el Certamen Internacional de Jóvenes Intérpretes Pedro Bote (ex aequo), hitos que reflejan su evolución musical. Hablamos con él sobre su formación, su enfoque interpretativo y sus aspiraciones de futuro.
Por Susana Castro
¿Qué te llevó a elegir el violonchelo?
Mi padre toca el fagot y mi madre el violonchelo. Son dos instrumentos que siempre he tenido a mi alrededor sonando, tanto a la hora de estudiar como en la escucha de grabaciones. Me gustaban mucho ambos y, a la hora de elegir un instrumento para entrar al conservatorio, me sentía más identificado con el violonchelo y con su técnica; lo de tener que utilizar la respiración no me atraía demasiado.
Recientemente has obtenido el Primer Premio en la categoría de Grado Superior de Intercentros Melómano. Dos años antes también te proclamaste vencedor de la categoría de Grado Profesional. ¿Cómo ha sido tu evolución musical en este tiempo?
Haber ganado Intercentros Melómano y obtener una gira de conciertos me ha hecho rodar mucho programa y montar repertorio nuevo, por lo que ha habido muchas mejoras técnicas y he adquirido mucha experiencia. Por otra parte, en septiembre de 2023 comencé a estudiar en la Escuela Superior de Música Reina Sofía, por lo que cambié de profesor y empecé a recibir muchas ideas nuevas; he vivido un cambio de aires que me ha hecho mejorar técnica y musicalmente. Por supuesto yo le estoy muy agradecido a mis profesores de siempre, pero después de diez años el hecho de cambiar de profesores se nota. La conjunción de ambas cosas es lo que me ha permitido evolucionar mucho en estos dos años.
¿Cómo fue el proceso de preparación para participar en el concurso?
Desde que entré en la Escuela Superior de Música Reina Sofía no he tenido mucho tiempo de parar, ya que tenemos muchísima actividad. Además, el verano de 2024 también fue muy intenso por los conciertos de Intercentros Melómano, clases magistrales y mis tiempos de estudio para presentarme a otros concursos (George Enescu International Competition, Certamen Internacional de Jóvenes Intérpretes Pedro Bote). Toda esa actividad me preparó para mi participación en Intercentros Melómano. A veces haces un parón, estás sin tocar un tiempo, y lo notas positivamente, ya que vuelves más fresco, pero en esta ocasión estar todo el verano sin parar me ayudó mucho. Me planteé preparar todo el repertorio que necesitaba para estos retos y tuve clases con mi profesor Jens Peter Maintz, su adjunto Stanislas Kim y también con Fernando Arias, además de clases magistrales con Asier Polo. La preparación con mi pianista, Miguel Ángel Ortega Chavaldas, también ha sido muy importante, le debo mucho, porque ha estado muy pendiente tanto en la preparación para el Enescu como acompañándome al Pedro Bote y a Intercentros Melómano.
¿Cómo ha sido la preparación a nivel mental? Se te ve muy tranquilo cuando participas en concursos.
Intento meterme la menor presión posible, aunque en el caso de Intercentros Melómano, después de haber ganado ya la categoría de Grado Profesional, le das más vueltas a tu siguiente participación, como si tuvieras que ‘defender’ tu posición. Me centro mucho en tocar, en mejorar el repertorio y estudiarlo con mucha precisión para que a la hora de tocar en el escenario no me resulte necesario pensar en cuestiones técnicas y pueda disfrutar de la música. De esa manera, aunque haya algún ruido en la sala o me desconcentre, mi cuerpo puede seguir adelante por sí solo gracias al trabajo de mecanización.
También es importante tener tus ideas claras, qué vas a hacer y cómo lo vas a hacer, aunque evidentemente en el momento se improvisan cosas musicales y se sienten cosas que no se sienten durante el estudio. Mentalmente trato de no pensar en qué dirán los demás o cómo me verán, me centro en hacerlo lo mejor posible y disfrutar.
¿Qué criterios sigues a la hora de elegir las piezas a interpretar?
Me gusta tener un repertorio muy variado, presentar obras de cada estilo (barroco, clásico, romántico y siglo XX). No cambio de repertorio cada año, sino que voy eligiendo en función de los concursos o conciertos que voy a realizar, y también me gusta estar preparado para las oportunidades que puedan surgir.
¿Prefieres un estilo o periodo en particular?
Siempre me ha gustado mucho el Romanticismo, ya que es el estilo más apasionado y más amable de escuchar, es muy motivador. Últimamente el Barroco me fascina. Es una música complicada de tocar y hay que tener mucho conocimiento sobre la época para hacerlo bien, sobre todo si lo quieres hacer con criterios historicistas. Escucho mucha música barroca e intento tocar también, aunque me parece el género más complicado.
¿Te planteas formarte más adelante en interpretación con criterios históricos?
Sí, me gustaría mucho, aunque no sé si en un futuro próximo lo podré hacer. Aprender violonchelo barroco o viola da gamba me parece fascinante. También me gusta escuchar canto barroco, Cecilia Bartoli para mí es increíble, tiene un disco de arias de ópera junto a Sol Gabetta, Dolce Duello, que es precioso. Es un terreno que me gustaría explorar más a fondo.
Como violonchelista, ¿cuál crees que es tu rasgo distintivo?
Es una pregunta interesante porque no es habitual pararte a pensar en qué tienes de bueno, normalmente piensas en qué puedes mejorar. Por lo que me suelen decir tanto en clase como en los conciertos, mi energía e intensidad me diferencian. Me gusta mucho abordar la música más tranquila y calmada, pero cuando hay momentos potentes, me crezco. Desde pequeño me ha gustado mucho Jacqueline du Pré, por su personalidad e intensidad, que quizá también tenían que ver con su juventud. Me ha marcado mucho.
Te he visto tocar varias veces y diría que conectas de manera muy rápida y natural con el público…
Yo no intento forzar nada, sino hacerlo lo más disfrutable posible, pero sin pensar en que todos tienen que estar pendientes de mí en cada momento. Obviamente tienes que pensar tanto en la sala como en el público a la hora de buscar colores, matices, intensidades, etc. Cuando ves a alguien tocando (lo digo también desde el punto de vista del oyente), si tiene algo personal que aportar (musicalidad, fraseo, puesta en escena…), te engancha. Trato de presentar mis propias ideas, aunque es cierto que tomo ideas de otros chelistas, algo que a mí me guste, que no sea extravagante, y hacerlo lo más agradable y comunicativo posible. También me gusta que haya un hilo desde el principio al final de la obra, que se note que existe una coherencia entre las distintas partes de la pieza para que el público mantenga la atención. En resumen, apuesto por ofrecer una visión personal de la obra, obviamente respetando al compositor, y tener en cuenta que te está escuchando el público, por lo que el hilo conductor no debe cortarse en ningún momento.
¿Qué has aprendido de los distintos maestros con los que te has formado?
Durante mi primera etapa formativa empecé casi al mismo tiempo con Sabrina Rui y Carmen María Elena, son las dos fantásticas, les debo todo, han sido mis cimientos. Carmen siempre me ha exigido mucho, ha apuntado muy alto y las expectativas siempre han sido grandes, con repertorio muy demandante. Esto me ha hecho mejorar mucho técnicamente y tener ganas de seguir haciéndolo, ha sido esencial en mi aprendizaje y a día de hoy sigo trabajando poniéndome esas metas. Por su parte, Sabrina siempre ha investigado mucho sobre la salud corporal y física a la hora de tocar el instrumento y también ha dado mucha importancia a la salud mental. Muchas veces me llamaba antes de tocar o realizar un concurso para darme elementos a los que agarrarme.
Con Pavel Gomziakov estudié en la Academia Barenboim-Said desde los 14 años. Seguía formándome con mis profesoras, pero una vez al mes tenía clases con Pavel y me aportaban mucho aire fresco. Me hizo mejorar mucho porque es muy preciso trabajando, va muy al detalle. También me descubrió el mundo barroco a través del violonchelo moderno.
En la Escuela de Música Reina Sofía estudio con Jens Peter Maintz. Es un maestro, puede estar en el top 3 de profesores de Europa, me atrevería a decir que del mundo, ya que todos quieren estudiar con él. Es una persona súper inteligente y se ve en su forma de tocar. Lo tiene todo muy estructurado, pero no suena así; sabe qué hacer en cada momento y es rapidísimo viendo la estructura de una obra, aunque nunca la haya tocado. Siempre sabe qué decirte y sus clases se aprovechan al máximo, con un nivel de detalle exquisito. Además, se ha dedicado a todas las facetas, por lo que tiene una experiencia y conocimiento amplísimos. El profesor asistente actual, Stanislas Kim, ha participado en concursos y audiciones hasta hace poco, así que está muy cerca de nuestra vida actual y eso se nota. Con él hago un trabajo de tú a tú, sabe aconsejarte, te da muchas herramientas y te ayuda muchísimo para el estudio. En el primer año también estuve con Fernando Arias, es una persona maravillosa. Lo que me fascina de él es su capacidad analítica. Llegas a clase, tocas y te hace ‘rayos X’. Te explica lo que pasa, cómo puedes mejorarlo y siempre funciona. Es muy inteligente y me parece fascinante que pueda hacer los diagnósticos como si fuera un doctor [risas]. Gracias a él he notado una gran mejoría en cuanto a limpieza técnica.
También he tenido una relación regular desde los 10 años con Asier Polo. Me ha apoyado mucho, ha sido una inspiración para mí, al igual que Du Pré, Rostropóvich o Shafran. Me ha marcado su forma personal de hacer música y transmitir lo que siente al público.
Mirando hacia adelante, ¿cómo te gustaría proyectar tu futuro?
Habiendo tocado prácticamente todas las facetas del chelo, me gusta todo, lo disfruto mucho, y me gustaría seguir explorando. Hablando de futuro para mí hay dos factores importantes: dónde te lleve la vida, que muchas veces no lo sabes ni tú mismo; y ser feliz haciendo lo que te gusta, es importante buscar el balance entre estar a gusto en lo personal y sentir que tu esfuerzo profesional ha merecido la pena. En el futuro me gustaría estar en un sitio donde el nivel profesional me satisfaga y también me sienta feliz por hacer música con la gente que esté allí.
En este momento de formación dedicas muchas horas al estudio, ¿te queda tiempo para algo más?
Es cierto que en la Escuela tenemos mucha actividad, pero siempre que puedo, a primera hora de la mañana, me gusta ir al gimnasio, me activa y empiezo el día de otra manera. En el fin de semana trato de hacer hueco para disfrutar con mis amigos, también fuera del círculo musical, porque así me puedo despejar y salir de la rutina.
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