El violinista y director de orquesta canadiense Alexandre Da Costa acaba de publicar un nuevo álbum con el sello Sony Classical. Surgido como un rayo de esperanza durante la pandemia, ‘Stradivarius Je Me Souviens’ es un canto a la vida que recoge canciones conocidas para el público francófono en nuevos arreglos sinfónicos para orquesta, en este caso la Longueuil Symphony Orchestra.
Por Susana Castro
Acaba de salir al mercado su cuarto trabajo discográfico con Sony Classical, ‘Stradivarius Je Me Souviens’, ¿qué repertorio ofrece a los melómanos en esta ocasión?
Este álbum significa mucho para mí, ya que se ideó durante un momento particularmente difícil para la humanidad. Quisimos, desde la orquesta, dar un poco de luz a pacientes y ancianos que estaban totalmente aislados del mundo. Y lo que pensamos fue traer música reconfortante traducida a nuestro idioma universal: la música clásica.
Lo que empezó como un proyecto muy local se convirtió en un proyecto nacional, e internacional, y publicar este álbum bajo un sello como el de Sony Classical significa que la música de Québec, y de la francofonía, será escuchada en todo el mundo, sin referencia alguna al idioma francés, y enteramente enfocado en el genio de los compositores modernos de nuestra región única, que es el último sitio donde se habla francés en las Américas, y se vive una vida más bien de tipo europea, aunque también con influencias americanas.
La elección de repertorio nunca se realiza al azar, ¿qué mensaje hay detrás de la selección de estas canciones conocidas por todos?
Cada canción elegida tiene un significado especial. J’t’aime comme un fou es un himno a la libertad; L’essentiel representa lo que creemos que todo ser humano debe de considerar como la base de la vida; Une chance qu’on s’a es un reconocimiento a la persona que elegimos para compartir nuestra vida… Son canciones con un mensaje, y este mensaje no necesita palabras, sino emoción. El hecho de que hayamos propuesto versiones sinfónicas de estas canciones demuestra que el mensaje principal de cada canción pasa por la música, incluso mejor que cuando hay palabras.
Ha contado con la Longueuil Symphony Orchestra para esta aventura, de la que usted es director musical actualmente, ¿cómo ha respondido la formación ante la originalidad de la propuesta?
La orquesta sinfónica de Longueuil es una gran orquesta, compuesta de músicos excelentísimos y muy profesionales. Hay que saber que en Montreal hay tres grandes orquestas y convivimos en un ámbito de alta competencia. Los músicos de la orquesta de Longueuil son principalmente los mismos músicos que la orquesta metropolitana, dirigida por Yannick Nézet-Séguin. Así que todos los proyectos sinfónicos que se proponen en Montreal tienen que tener calidad profesional de alto nivel. Creo que lo que ha gustado particularmente a los músicos de la orquesta de Longueuil es que se ha encontrado una vía muy distinta y especial para compartir música clásica en vivo durante un momento muy oscuro para el arte en general. Y este proyecto se convirtió en álbum simplemente porque sentimos que el proyecto tenía el potencial de ir más allá de nuestras fronteras naturales. ‘Je Me Souviens’ puede emocionar a gente de todo el mundo, tanto por su contenido como por su calidad.
Usted se ha encargado de la realización de los arreglos para violín y orquesta, ¿cómo ha desarrollado este trabajo tan complejo?
Mi trabajo no ha consistido en arreglar las canciones directamente. Es más mi visión que ha podido ser traducida gracias a unos buenos amigos y muy talentosos arreglistas y compositores. He estado presente en cada etapa de la creación de los arreglos, desde la elección de las obras, hasta las modificaciones de la parte de violín solista y de todas las partituras generales para que sean fieles a mi idea original. Pero tengo que dar todo el protagonismo posible a mis amigos que trabajaron para escribir las notas de este proyecto, entre otros, Éric Lagacé y François Vallières.
Esta fusión entre música pop y sinfonismo puede ser una forma de atraer diferentes públicos a las salas de concierto, ¿cuál cree que es la reacción de los espectadores ante propuestas como estas?
Yo creo que estamos en un momento de transformación profunda de la música clásica. O a lo mejor es mi deseo y mi punto de vista, pero creo sinceramente que es el momento de dar impulso a una evolución de la música clásica. Es verdad que, en grandes centros musicales como Viena o Berlín, poco hace falta de cambiar una fórmula ganadora donde el público quiere escuchar lo mejor de Beethoven, Brahms, Mahler, etc. Pero hay toda una nueva generación de melómanos que no han crecido con las mismas referencias que las generaciones que tuvieron al renacimiento tras la Segunda Guerra Mundial. Creo que mi generación, y la anterior a la mía, no ha consumido tanta música clásica como las generaciones anteriores.
Cada uno de mis conciertos integra un acercamiento al público, quiero establecer un puente humano entre el público y los programas que interpreto, para así poder mostrar la música que me apasiona, sea de compositores tradicionales como Mozart y Schubert, como música de todos tipos como el jazz, el pop, y el rock, traducidos a música clásica, de la misma forma que hace siglos se tocaba música folclórica traducida en la música clásica de la época.
Creo que tenemos que ser creativos como músicos clásicos, porque lo que valía hace 50 años, antes de la llegada de Netflix, Spotify y otras plataformas, ya no vale.
Además, es usted director artístico del Festival Stradivaria, que se celebra en Canadá desde hace más de veinte años. Uno de sus principales objetivos es ‘democratizar la música clásica y facilitar el acceso a esta música al mayor número posible de ciudadanos’, ¿esto pasa por programar propuestas como la que ha hecho en este álbum?
Absolutamente. El Festival Stradivaria, que celebra veinticinco años en 2023, es el mejor ejemplo de fusión entre todos los estilos de música. Lo que proponemos a nuestro público es poder escuchar, por ejemplo, una estrella del pop un viernes por la noche, y volver al día siguiente al mismo sitio para escuchar un monográfico de Beethoven con orquesta sinfónica. El mismo público puede tener varios intereses musicales, y viajar entre los estilos sin tener que sentirse atrapado en un solo tipo de música o de arte.
También me gusta combinar diferentes estilos de música en el mismo concierto, como con mi proyecto Stradivarius baROCK, donde he integrado un trio jazz, una orquesta sinfónica completa y artistas invitados, tocando Bach, Vivaldi, Albinoni, pero en versiones muy diferentes a las originales, ¡como si fuera un experimento para ver lo que podría haber compuesto Bach si hubiera viajado en el tiempo!
¿Cuáles son sus próximos compromisos de concierto? ¿Tendremos oportunidad de verle en España?
España es para mi el país más especial del mundo, porque ahí me siento en casa. He vivido la mayor parte de mi vida adulta en España y, aunque la vida profesional me ha llevado a vivir en muchos (Canadá, Austria, Australia y Francia), España es y siempre será mi punto de referencia. Ahí quiero vivir mi futuro, y ahí quiero llevar mis proyectos.
De momento creo que estoy construyendo algo muy interesante en Canadá con la Orquesta Sinfónica de Longueuil, y la transformación de esta orquesta, vía giras internacionales de prestigio (acabamos de volver de una gira de Colombia y Brasil donde tocamos en las mejoras salas de Bogotá, Rio, Sao Paulo, etc.), grabaciones de nivel internacional, y conciertos realmente especiales y novedosos, será un ejemplo de lo que puedo llevar a las organizaciones culturales que me den su confianza. Espero de todo corazón que una de estas será una institución de España, y que podré compartir mi visión artística con el país.
De momento tengo una serie de recitales previstos en febrero del 2023, así como unos conciertos como director invitado de una de las principales orquestas de España durante la temporada 2023-24. Entre los otros proyectos está una gira por España con la Orquesta Sinfónica de Longueuil, que esperemos poder llevar a cabo pronto.
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