El ensemble, bajo la dirección de Eduardo López Banzo actuará próximamente en Bilbao (30 de noviembre), Madrid (3 de diciembre), Úbeda (5 de diciembre) y Zaragoza (8 de diciembre)
Eduardo López Banzo, fundador y director del grupo, pionero y referente en la recuperación moderna de la música barroca española, descubrió hace años en los archivos de Guatemala, Salamanca y Málaga las obras que ahora se van a poder escuchar en esta gira. Al Ayre Español grabará este programa en Madrid para TVE, que se emitirá hoy, 27 de diciembre.
Durante más de dos siglos, los villancicos fueron ingredientes indispensables de las fiestas religiosas en todos los territorios del antiguo imperio español. Servían para solemnizar las principales fiestas del ciclo litúrgico anual, como Navidad, Reyes o Corpus, y atraían a la iglesia a gentes todos los estamentos. Las élites cultivadas disfrutaban, desde su posición privilegiada cerca de los músicos, de las agudezas del texto y de la partitura; los menos pudientes se contentaban con los pegadizos ritmos de danza de algunos estribillos desde las anchas naves de las catedrales. Ocho, como en este programa, eran los villancicos que solían cantarse en un oficio de maitines alternando con los textos litúrgicos, en los que se combinaban majestuosidad e intimidad, doloroso patetismo y brío popular.
Juan Francés de Iribarren fue discípulo de José de Torres en Madrid entre 1714 y 1717, cuando fue nombrado organista de la catedral de Salamanca, aunque siguió siempre vinculado al ambiente musical de la capital. Ambos ocuparon puestos de gran prestigio. Torres, de origen madrileño, fue organista (1686) y después maestro de capilla de la Capilla Real (1718); el navarro Francés de Iribarren, organista en Salamanca y luego maestro de capilla de la catedral de Málaga (1733). Ambos compartieron, además de una estrecha relación humana y artística, un papel protagonista en la modernización del gusto musical en España a principios del siglo XVIII.
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