El tenor canario Airam Hernández lleva muchos años trabajando en la música desde diferentes puntos de vista; primero como instrumentista, después formando parte de diversos coros, también con papeles pequeños y, desde hace algunos años, triunfa en escenarios nacionales e internacionales con roles míticos de la historia de la lírica. Todo este bagaje le ha dado una visión global de la profesión y, sobre todo, un respeto absoluto a la misma, que se traduce en su concienzuda forma de trabajar y en su capacidad para cosechar grandes éxitos entre público y crítica.
Por Susana Castro
Este mes de julio formará parte del elenco de Norma de Bellini en el Gran Teatre del Liceu. Encarnará a Pollione, un rol que debutó en 2019, en esta ocasión en una producción de Àlex Ollé para la Royal Opera House. ¿Cuáles son los mayores retos técnicos de este personaje?
Diría que el mayor reto es que existan tantos precedentes de cantantes conocidos que han interpretado este rol con una característica muy específica: ser tenor spinto o lírico con mucho dramatismo en la voz. El problema de cantar papeles que siempre, por tradición, se han abordado con una voz característica, es que te sientes en el compromiso de adaptarte. Personalmente, no soy partidario de adaptarme a otras versiones ni de copiar. Tengo una voz muy versátil que me permite navegar diferentes repertorios con mi propia voz. Este es el reto importante de Pollione. Me considero un tenor lírico con coloratura, en el caso de que tuviese que definirme. Estamos ante una obra belcantista, no hay que darle tanto peso, el peso se le tiene que dar, desde mi punto de vista, con la actuación.
¿Qué cree que puede aportar usted de forma singular a este rol?
La parte de la actuación, al menos trataré de que sea así. Además, a nivel vocal, tengo una voz muy particular, con un centro generoso, con bastante squillo, y un agudo brillante, algo que no es tan común en una voz lírica, pero a mí me facilita mucho el trabajo, no me obliga a ‘pesar’ la voz. Además, tengo la coloratura, sobre todo para la parte de la cabaletta, que tiene variaciones con coloratura. Creo que esto es un plus que aporta una voz como la mía y que quizá no podría dar una voz más ancha o más pesada.
Es la segunda vez que pasa por el Liceu en esta temporada, ya que formó parte del elenco del concierto de celebración de su 175 aniversario.
Me alegro mucho de que me llamen para este tipo de eventos. En el caso del Liceu especialmente, porque provengo del Coro del Liceu, estuve allí seis años, y es mi casa. Tengo muy buena relación con todo el equipo, el Coro y la Orquesta.
En este temporada ha tenido muchísimos compromisos en España: Bilbao, Oviedo, Madrid, Sevilla, etc. Me gustaría destacar un momento en concreto, en la Ópera de Tenerife, con Florencia en el Amazonas de Daniel Catán, programada por primera vez en nuestro país. ¿Cómo fue cantar en su tierra?
A nivel musical fue una experiencia maravillosa, me siento muy feliz de haber descubierto a un compositor como Catán. Desde el momento en que me hicieron la propuesta trabajé sobre partitura y también tuve la oportunidad de trabajarlo con Rubén Sánchez-Vieco. Descubrí una joya, que espero poder cantar en otras ocasiones.
El personaje de Arcadio, curiosamente, representa a mucha gente como yo, que venimos de un sitio pequeño pero que tenemos la mente abierta y queremos explorar el mundo. Para mí es muy importante haber podido representar algo así. Además, he tenido unos compañeros excelentes, con muchos de ellos no había trabajado, era la primera vez; es algo que me ha pasado mucho últimamente, esta temporada ha sido genial precisamente por eso.
La obra tiene muchas exigencias a nivel vocal, se requiere una voz lírica amplia en el centro con un agudo con relativa facilidad, así que ha sido un tour de force montarlo.
El público de Tenerife reaccionó muy bien, en las tres funciones me sentí muy arropado, tanto por ellos como por el Coro y la Orquesta, nos tenemos mucho cariño. A esto se sumó la posibilidad de que mi familia cercana pudiera verme, algo que no siempre sucede. Una carrera internacional requiere que muchas veces viajes solo, aunque yo tengo la fortuna de que viajo siempre con mi pareja, pero el resto de mi familia no puede venir a verme tanto. Eso fue muy especial.
Además, se juntaron tres proyectos muy diferentes en Tenerife en la misma temporada: esta ópera, el Concierto de Navidad como solista con Víctor Pablo Pérez al frente de la Orquesta Sinfónica de Tenerife (es uno de los conciertos más importantes para los canarios, que todos los artistas de allí queremos hacer); y tuve la oportunidad de repetir hazaña con Víctor Pablo Pérez también con un oratorio. ¡Un regalo!
Otro de los momentos candentes de la temporada fue El Abrecartas de Luis de Pablo en el Teatro Real. Hemos leído mucho sobre cómo se enfrentaba usted a la preparación del personaje de Federico García Lorca pero, una vez que ya lo ha visto el público, ¿cuál es su resumen de esta experiencia?
La resumiría como total y absolutamente enriquecedora, sobre todo por todo el viaje. Por supuesto la meta es exponerla al público, tenga mejor o peor acogida, pero, para mí, haber hecho todo ese proceso, tener la oportunidad de volver a conectar con un autor y una persona a la que yo siempre he admirado, fue increíble, como cuando interpreté a Caruso en Caruso a Cuba. Lo guardo como un recuerdo imborrable.
La acogida que tuvo esta versión del personaje de Federico García Lorca fue muy buena, y así lo percibía cuando salía a saludar. Mi trabajo se vio recompensado por parte del público, me quedé realmente contento.
¿Cuál es su relación con la creación actual? ¿Cuál cree que debe ser su papel como intérprete en la música que se está haciendo hoy?
Puedo llegar a entender que a un determinado sector del público no le guste o no le interese porque están muy acostumbrados a un tipo de música que les entra más fácil, porque aparte de que ya están habituados a escucharla, es una música ‘ordenada’, tipificada en distintos periodos. Sin embargo, con el repertorio contemporáneo hay tantas diversificaciones estéticas y hay tanto inventado, que existe mucho individualismo, cada autor quiere tener su propio sello y realizar algo innovador. Al no tener un criterio creado para determinar si algo entra dentro de lo estéticamente aceptable o no es más difícil que pueda pasar la criba de las masas.
Personalmente me interesa el repertorio contemporáneo, entre otras cosas, porque es la música de la gente que vive en mi época. Me pregunto qué legado vamos a dejar nosotros; me interesa colaborar con artistas contemporáneos porque me gustaría formar parte de ese legado. Hay una parte importante a la hora de hacer este tipo de repertorio y es que cuenta la realidad actual. Me resulta muy complicado de entender cómo es posible que este lenguaje sea tan actual y al mismo tiempo esté tan alejado del entendimiento del público actual.
Por otra parte, a nivel artístico es muy interesante, porque puedes trabajar con los compositores. ¡Con Verdi no puedo tener una conversación directa! Pero con los compositores actuales puedo sentarme a conversar; es más, me encantaría que hubiera más conversaciones entre compositores y cantantes para facilitarnos un poco el trabajo.
También está interesado en la recuperación patrimonial, ¿por qué?
En música existen y han existido modas, así que hay muchas obras que han quedado relegadas; también hay muchos compositores que han caído en el olvido porque llegaron otros que se hicieron más famosos. Por todo esto estoy totalmente a favor de rescatar toda la música interesante o que se pueda traer a esta época y aporte. Rescatar por rescatar no tiene sentido; no podemos estar rescatándolo todo y que no nos interese la música que se está haciendo ahora. Me refiero a recuperar cosas que de verdad puedan tener un interés en la actualidad. De hecho, participé en la recuperación de una ópera incompleta de Liszt y fue un regalo. Es difícil tener la oportunidad de estrenar algo de nueva creación, pero que te den la oportunidad de estrenar algo de un compositor así fue muy grande. Ese ha sido uno de los momentos más bonitos de mi carrera.
Está claro que es usted un cantante muy versátil, se atreve con todo. En las última temporadas ha debutado gran cantidad de roles, ¿hacia dónde está yendo la carrera de Airam Hernández?
Tengo un abanico de posibilidades muy amplio, siempre estoy debutando obras. ¡Espero que sea así por muchos años! A lo que aspiro es a tener una temporada en la que tenga que cantar Mozart, Verdi, un rol belcantista, ópera francesa, rusa o alemana, repertorio sinfónico, Lied… eso para mí sería una temporada completa fantástica. Aunque también hay propuestas que he tenido que rechazar porque no encajaban dentro de mi esquema, intento que haya una coherencia aunque haya versatilidad.
Una cosa curiosa, y que sirve de ejemplo de esa versatilidad, es que en la misma temporada he hecho dos títulos de Bellini muy diferentes entre sí: Tebaldo de I Capuleti e i Montecchi y Pollione de Norma. Son puntas de un abanico: una se corresponde con la parte más dramática del repertorio belcantista y la otra es mucho más ligera.
En el trabajo diario, ¿cómo se gestiona una agenda tan ecléctica?
No pensando en que eso es un inconveniente, ¡si no me aburriría! A mí, el hecho de estar inmerso en el Pollione de Norma y saber que a los pocos días tengo un Réquiem de Verdi, o al revés, me hace disfrutar. Tengo una enorme capacidad de concentración, puedo estar hablando contigo y en cinco minutos estar en el escenario cantando. Necesito solo uno o dos minutos para concentrarme. Para trabajar esto ayuda muchísimo, y también para estudiar. He encontrado un método que me funciona y lo utilizo siempre: hago un gran trabajo mecánico a la hora de montar una obra, utilizando mucho el papel para escribir y traducir el texto, también transcribo todas las partituras, soy conocido como el cantante de las libretas (risas). Siempre trabajo a dos o tres meses vista, los proyectos más lejanos prefiero irlos viendo poco a poco y de forma superficial, metiéndome despacio en ellos.
Otra cosa importante para mí es que me he acostumbrado a hacer las vocalizaciones basadas en cómo estoy ese día en concreto y en lo que voy a cantar. Parece que es muy obvio, pero hay mucha gente que no lo hace.
Hablando de debuts, acaba de hacer lo propio con el Réquiem de Verdi, ¿cómo es su relación con el repertorio sinfónico después de tantos años de experiencia como trompista? Supongo que haber formado parte de la orquesta le dará una gran ventaja.
Sí, esto es algo muy importante en lo que yo soy como artista a día de hoy. Haber empezado con el órgano y después con la trompa, haber trabajado en coro de cámara, amateur semiprofesional y profesional en el Gran Teatre del Liceu y después haber estado en el Opera Studio de Zúrich antes de empezar mi carrera como solista me ha dado una visión tan grande de la música que puedo apreciar un gran espectro de detalles en una obra. Por poner un caso concreto, en La traviata he cantado en el coro y he hecho todos los papeles de tenor hasta llegar a Alfredo. Cuando canto ese rol en mi cabeza lo tengo todo, también haber tocado. Es una visión muy global de toda la obra.
En el repertorio sinfónico hay algo que no sucede en la ópera y es que solo te puedes hacer valer de tu voz para enviar el mensaje. Al igual que en conciertos y en recitales, la gente no sabe lo difícil que es porque cuando te ponen un vestuario y una escenografía, se contextualiza todo, es más sencillo. En el sinfónico es muy importante el texto, el mensaje (si es una obra sacra o profana, un poema sinfónico, etc.) y la concentración es diferente, te conecta con otra parte de tu alma, estás muy expuesto, literalmente yo me siento desnudo cantando. Y esto me gusta, me conecta más con la música pura, sin artificios.
Habla usted del concepto global de la obra, pero creo que también tiene una visión global sobre cómo funciona la profesión y de lo que supone la figura de un tenor en el siglo XXI, ¿en qué tipo de detalles se fija usted especialmente a la hora de tejer su vida profesional?
Para mí hay una diferencia clara entre industria y profesión. Depende mucho de qué tipo de carrera quieras hacer, qué quieres sacrificar y qué no quieres sacrificar. A nivel artístico, lo que espero, y a lo que aspiro, es a que alguien escuche mi voz y diga ‘Es Airam Hernández’ y no ‘Me recuerda a…’. Tener un sello único en la voz. Siempre te vas a parecer a otras voces, pero que no sea buscado. Si escucho grabaciones siempre trato de buscar diferentes tipos de voces. Cuando me preguntan sobre tenores referentes para mí siempre digo que hay tenores que me gustan por cómo han sabido desarrollar sus carreras. Para mí es importante ser genuino y tener personalidad. Pueden hacerte críticas pésimas, decir que no gustas, pero quiero ser absolutamente fiel a mi estilo y a cómo afronto el trabajo. Para mí lo más importante es respetar la profesión.
Estamos en un momento en el que todo va muy rápido y los artistas se queman igual de rápido, ya que cada año salen cantantes nuevos de los concursos y enseguida están haciendo grandes debuts, les falta desarrollarse. Antes las carreras eran muy longevas y eso es fundamental, que puedas llegar hasta cuando tú quieras retirarte y que no te retiren. Para esto hay que ser sabio a la hora de escoger repertorio, qué puedes cantar hoy y qué puedes cantar más adelante, y ser fiel a una idea principal y básica que es el respeto por la profesión. Esto va antes que querer triunfar y ser famoso y que te reconozcan en todos sitios.
Está claro su concepto en las cuestiones musicales, pero para usted es también importante la estética, cómo se presenta ante el público, ¿cuál es su sello personal?
Esto se ha ido depurando con los años. No soy una persona que se cuide muchísimo, no voy al gimnasio ni tengo esa idea de la profesión, así que como no voy por ahí, y me interesa muchísimo la moda, especialmente el diseño, he ido más por esa vía. Siempre que tengo la ocasión trato de incluir vestuario para ayudarme a modo performativo. Hago colaboraciones con algunos estilistas, en concreto con Marlon Corvera, que vive en EE. UU. y trabaja para Armani. Me encantaría poder apostar por diseñadores españoles, de hecho he realizado una colaboración con el andaluz Iván Campaña.
¿Puede adelantarnos algunas citas de la próxima temporada 2022-23?
Todavía no se han presentado todas las temporadas, pero puedo contar con gran ilusión que debutaré Rodolfo de La bohème en la Fundación Baluarte en febrero, donde cantaré por primera vez. La próxima temporada es un poco atípica porque muchas de las producciones que tenía se han pospuesto a la siguiente por causa de la pandemia.
De forma más inmediata, en agosto y septiembre estaré en Lugano con La traviata, después en Mainz para Così fan tutte e intervendré en un concierto en Budapest con Plácido Domingo y M.ª José Siri en octubre. Ya en enero estaré en Upsala para un concierto y en febrero en el Teatro Real, bajo la dirección de Pablo Heras-Casado, cantaré El retablo de Maese Pedro, en una producción que va a ser grabada. También estaré en Lucia de Lammermoor en Colonia entre mayo y junio.
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