La soprano guatemalteca Adriana González, ganadora del Concurso Operalia 2019, mantiene una gran actividad en España, que la llevará próximamente al Lied Festival Victoria de los Ángeles y al Teatro Real. Ahora presenta su tercer disco con el sello Audax Records, junto a la mezzosoprano Marina Viotti y el pianista Iñaki Encina Oyón, impulsor del proyecto. Música redescubierta que quiere que se convierta en su sello diferenciador.
Por Susana Castro
Tras ganar en 2019 el Concurso Operalia, tu carrera ha ido creciendo a grandes zancadas en Europa y España, aunque eres originaria de Guatemala. ¿En qué momento das el salto a Europa?
En eso tiene mucho que ver un vasco, Iñaki Encina Oyón. Nos conocimos en 2012 en una gira del Coro Mundial de la Juventud en Chipre. Siempre digo que hay que tener muchísima suerte, pero hay que estar preparado para cuando las oportunidades llegan. En 2013 Iñaki me invitó a hacer una producción en París. Él había estado en el opera studio de la Opéra national de París, invitó al director a ver esa función y organizó una audición para los jóvenes cantantes que participábamos en ella. Así fue como entré al Atelier Lyriquede París y me instalé en Europa. Iñaki es mi mentor y un director de orquesta con el que sigo trabajando a diario.
Precisamente con Iñaki publicaste tu primer álbum, dedicado a la música del matrimonio formado por Robert Dussaut y Hélène Covatti, que recibió el Melómano de Oro. ¿Cómo recuerdas esa primera incursión en el mundo de la grabación?
Sentía muchísima presión, ya quería que cada sonido fuese perfecto. Todo tenía que estar técnicamente bien emitido, pero con expresividad, respetando el texto sin comprometer la belleza del sonido. Era música que nadie conocía y teníamos veintidós canciones para grabar en tres días. ¡Un montón de trabajo! Fue una linda escucha para Iñaki y para mí porque habíamos trabajado mucho juntos para preparar el repertorio y tener la grabación nos ayudó a mejorar; es una visión microscópica de los detalles. Esta experiencia impulsó la grabación del segundo disco, dedicado a las canciones de Isaac Albéniz, y alimenta ahora el disco que acabamos de presentar junto a Marina Viotti. Creo que grabar juntos ha conllevado una complicidad importante.
Acaba de salir al mercado tu nuevo proyecto discográfico, que lleva por título À deux voix, e incluye dúos de compositoras y compositores franceses junto a la mezzosoprano Marina Viotti, acompañadas de Iñaki Encina Oyón, que se ha encargado del diseño del programa. ¿Qué se incluye en el álbum?
Hay varias primeras grabaciones mundiales, como un dúo de Emile Paladilhe y otro de Cécile Chaminade, así como los de Charles-Marie Widor, que es más conocido por su música de órgano, pero del cual Iñaki descubrió estas bellezas de dúos que armónicamente son muy románticos y expresivos, se adaptan muy bien a nuestras voces. Parte del objetivo del sello Audax Records es redescubrir esa música que se ha quedado en el olvido. Esperamos que la música que es menos conocida se pueda poner a la altura de los duetos de Fauré, Massenet, Franck, Debussy o Saint-Saëns. También hemos incluido repertorio de compositores más conocidos para plantear una comparación y que el público lo entienda en su contexto.
El disco a dos voces nació porque queríamos hacer algo con Marina. Nos conocimos en 2017 debutando juntas en Barcelona, con Il viaggio a Reims. Ella cantaba Melibea y yo Corinna. Desde el primer día surgió una gran amistad entre nosotras, y siempre hemos querido hacer duetos, algo que hasta ahora solo se ha dado en un par de pequeños conciertos. Iñaki creó este programa para nuestras voces y que pudiéramos trabajar juntas, con la esperanza de que nos puedan programar en el futuro en óperas como Madama Butterfly o Norma. Estamos proyectando para varios años, pero es muy divertido hacer música con amigos, conlleva otra energía, otro nivel, esa complicidad ayuda a la música.
Comentas que el objetivo de Audax Records es sacar a la luz música olvidada, es algo con lo que tú también te identificas. ¿De dónde surge este interés?
He escuchado mucha música en disco en Guatemala: Jessye Norman, Maria Callas, Joan Sutherland, Renée Fleming, Anna Netrebko, Jonas Kaufmann o Victoria de los Ángeles. Toda esa música ya está grabada a un altísimo nivel, mejor no se puede hacer. Me planteo entonces para qué volver a grabar algo con lo que inmediatamente te van a comprar con otras voces. Siento que es más personal dar tu voz a algo desconocido, con lo que la gente te pueda identificar y conocerte. Prefiero presentarme de forma que no haya ningún prejuicio o expectativa para poder crear un lienzo fresco.
En esta idea, ¿cómo encajaría que trabajases música de nueva creación? ¿Tienes interés en poder hacer estas colaboraciones en el futuro?
Muchísimo. El otro día estaba leyendo las cartas de Mozart, y dice que lo que más le fascina es componer una ópera para el tipo de voz que tiene la persona que va a defender ese rol, con sus fortalezas y sus calidades vocales y personales. Partiendo de ese principio, sería increíble colaborar con un compositor que tenga interés por la vocalidad. Ahora hay muchas composiciones que se alejan de una estética comprensible para el público, todo es demasiado intelectual, hecho para los músicos. Hay que pensar que mucha gente no quiere escuchar eso, no tiene interés en pensar la música de forma analítica, quieren relajarse y disfrutar. Me encanta embarcarme en proyectos que vayan en la búsqueda de la belleza y de una estética placentera para el público, porque al final todo lo que hacemos es para el público.
Está claro que te sientes como pez en el agua con el repertorio francés. ¿Dirías que es tu repertorio fetiche?
No, depende mucho de qué tipo de repertorio. Me siento muy bien con Duparc o Dussaut. Debussy o Fauré no los conozco mucho, y Ravel me resulta extraño a veces. Duparc me gusta porque tiene algo más sustancial. Creo que el lied no tiene que cantarse de forma diferente a la ópera, tenemos que poner atención a las palabras, pero en la ópera también hay palabras. Veo esas canciones como pequeñas escenas de ópera y me gusta ese repertorio expansivo, en el que puedo mostrar una emoción visceral a través de mis cualidades. Lo que me encanta es el repertorio español: Albéniz, Granados, Mompou, Obradors… Podría pasarme la vida cantando solo Granados y Obradors, los disfruto muchísimo. Me siento muy identificada con su escritura a nivel vocal.
El pasado verano debutaste en el Festival de Salzburgo, como Contessa di Almaviva, en la nueva producción de Las bodas de Fígaro, con la Filarmónica de Viena dirigida por Raphaël Pichon. ¿Cómo te sientes al ir conquistando metas tan altas como las que estás alcanzando?
Cuando me ofrecieron el contrato en Salzburgo, no me lo podía creer. Estando allí, seguía sin poder creérmelo. ¡Me fui y todavía no lo puedo creer! Siempre trato de pensar qué diría la Adriana de 5 años. En esta vida de cantante, con tantos viajes, tratando con personas tan diferentes, con repertorios tan distintos, etc., hay muchas cosas que te pueden desestabilizar y puedes olvidar que hay que ser agradecido. Al mismo tiempo siento mucha felicidad y mucha responsabilidad para estar a ese nivel. Me encanta ir a la ópera, soy parte del público, y cuando voy quiero escuchar a alguien que se está comiendo el escenario, que esté disfrutando lo que hace y que técnicamente sabe qué está haciendo con su voz. No quiero escuchar a alguien sufrir, así que debo ser muy honesta conmigo misma y pensar en cuáles son mis limitaciones. He sido siempre bastante prudente con mi elección de repertorio, trato de no hacer mil cosas al mismo tiempo porque sé que no daría la misma calidad en cada función. Sé que soy una persona muy privilegiada por poder cantar en lugares tan increíbles, sean grandes o pequeños.
Demuestras ser una persona muy prudente en tu carrera. Continúas estudiando, cuidando tu voz, preparándote a todos los niveles. ¿Con quién trabajas a nivel técnico?
Tengo dos maestras con las que preparo todo mi repertorio técnica y estilísticamente. Con Iñaki discuto mucho sobre la interpretación y los roles que voy escogiendo, y también con otro coach, Alfredo Abbati, que es un grandísimo pianista que siempre me ayuda a preparar musicalmente los roles. Otra piedra angular de mi carrera es mi agente, René Massis, me ha ayudado mucho en la elección de mi repertorio y en marcar los tiempos. Siempre hay un gran equipo de personas detrás de un cantante, así como un osteópata en cada ciudad (risas). Nuestro instrumento está en nuestro cuerpo, es importante mantenerse siempre en forma, para que no afecte vocalmente.
¿Y a nivel escénico?
Es interesante para mí descubrir que, cuando técnicamente estás bien conectado a tu cuerpo, la emoción visceral corporal no solo se transmite a nivel vocal, sino también a nivel escénico. Un cuerpo que está alineado, a través de la postura transmite muchas cosas. Todo lo que hacemos con el cuerpo tiene una repercusión sobre la actuación y la voz; si encuentras el balance entre utilizar una buena técnica, el apoyo diafragmático y el alineamiento corporal para crear un sonido que refleje lo que quieres contar emocionalmente, va a repercutir físicamente en tu actuación.
Tienes varias citas en España para 2024. En febrero, ofrecerás un recital con Marina Viotti e Iñaki Encina Oyón en el Lied Festival Victoria de los Ángeles. En mayo, regresarás al Teatro Real como Doña Inés en el estreno absoluto en versión escénica de la ópera Tenorio de Tomás Marco. ¿Cómo está siendo la preparación de este rol?
Es un rol muy lírico, la partitura en general lo es. Tiene melodías muy bonitas e incluso encontramos música modal. El texto es muy claro, está muy bien escrito, los acentos se respetan, la agógica de toda la obra está muy bien hecha. Tengo mucha curiosidad por ver cómo todo esto se va a trasladar a la escena, ya que no hay referencia, únicamente la grabación que se hizo cuando se estrenó en versión de concierto. Al no haber referentes, creo que puedo proponer algo, ahora estoy diseccionando la partitura e investigando a fondo a Tomás Marco, para saber cuál es su inspiración, qué quiere vocalmente, qué colores busca. Cuando el compositor está vivo, debemos preguntarle todo lo posible para poder hacer también realidad su sueño.
Me emociona mucho regresar al Real. Madrid es una ciudad preciosa, y el público es fantástico, muy entusiasta, siempre muy a la escucha. Estoy nerviosa, pero emocionada por formar parte de un proyecto tan complejo.
¿Qué roles tienes previsto abordar en el futuro próximo?
En las próximas dos temporadas tendré el gusto de debutar Desdémona en Otelo, que será mi primera ópera de Verdi, aunque ya he cantado su Réquiem; Antonia en Los cuentos de Hoffmann de Offenbach; Fiordiligi en Così fan tutte, no quiero dejar a Mozart de lado, me encanta; Suor Angelica en Il trittico de Puccini; y Salud en La vida breve de Falla. A largo plazo me gustaría cantar Rusalka, Amelia en Simon Boccanegra, Marguerite en Faust y Nedda en Pagliacci.
Me gusta concluir las entrevistas preguntando de qué disfrutáis los músicos en el poquísimo tiempo libre que tenéis.
Me encanta la gente, hablar de temas que tenemos en común, de música y anécdotas, de historia. Me gusta mucho leer biografías musicales. La ópera ha reunido varios de mis amores: música, historia, idiomas y gente con anécdotas fantásticas. Si no fuera músico sería arqueóloga, me encanta la historia, y más con la tradición maya que tenemos en Guatemala, y viviendo en París, con toda la historia tangible de Francia, es un país muy inspirador. En los últimos meses me han dado la nacionalidad; entre las cosas que me han pasado fuera del ámbito musical, esta ha sido un paso muy importante para mí. Estoy muy agradecida.
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