La educación musical desaparece de las aulas. No es nuevo. Las leyes de educación llevan años aislando a las disciplinas artísticas, pero ahora la UNESCO ha declarado que la cultura y las artes cumplen una función vital para que florezcan la imaginación, la creatividad y la autoexpresión del ser humano. ¿Supondrá, al fin, esta importante declaración un cambio de paradigma real?
Por Miguel Galdón
He de confesarlo. Ya ha pasado mucho tiempo desde que sucedió y creo que es hora de que la verdad salga a la luz.
A veces no resulta fácil admitirlo, pero cuando haces algo por primera vez, es normal cometer errores, equivocarse y hasta puede que fracases. O tal vez aciertes, de casualidad.
Lo confieso. Fui blogger. Cada semana escribía en mi blog sobre temas variados relacionados con la música y el marketing que iban surgiendo a medida que intentaba aprender por mi cuenta. La mayor parte de las semanas los artículos pasaban sin pena ni gloria y no los leían ni mis mejores amigos. Pero yo persistía.
Hace ya diez años —era febrero de 2014— se me ocurrió escribir sobre la nueva Ley de Educación que entraría en vigor unos meses más tarde, la LOMCE. El titular que elegí era un poco sensacionalista, lo reconozco: ‘La música desaparece de las aulas’. Tal fue la difusión que tuvo aquel artículo que hasta la revista especializada Música y Educación decidió publicarlo.
No es que yo sea experto en educación musical, ni mucho menos, pero sí creo firmemente en los valores, competencias y habilidades que se transmiten y desarrollan a través del arte. A lo largo de la vida, sí, pero en especial en edades tempranas.
Si bien la educación artística no goza en la actualidad de su mayor esplendor en los currículos de enseñanzas obligatorias, confío en que el acuerdo al que han llegado los estados miembros de la UNESCO para adoptar un marco mundial para fortalecer la educación cultural y artística, sea un punto de inflexión que permita revertir la situación.
En el documento Marco de la UNESCO para la Educación Cultural y Artística que se firmó el pasado mes de febrero de 2024, se reconoce que ‘la cultura y las artes forman parte integral de un desarrollo holístico e inclusivo de las personas y las sociedades y de su resiliencia y bienestar general. La cultura está en la esencia de lo que nos hace humanos y fundamenta nuestros valores, nuestras decisiones y nuestra relación con los demás y con la naturaleza, dotándonos de espíritu crítico, de un sentimiento de identidad y de la capacidad de respetar y acoger la alteridad’.
También se remarca que ‘la cultura y las artes cumplen una función vital para que florezcan la imaginación, la creatividad y la autoexpresión del ser humano y que esta función alimenta la exploración y la curiosidad y amplía las posibilidades de creación, al tiempo que abre perspectivas sociales y económicas a todos los alumnos, especialmente en las industrias culturales y creativas’.
Pero no culpemos a la educación de todos los males de nuestra sociedad, porque estaríamos haciendo trampas al solitario. La educación es fundamental y, como hemos visto, la artística también. Sin embargo, que la infancia, la juventud y la adolescencia estén marcadas por el arte y la cultura depende también de muchos factores ajenos a la escuela.
Seguro que tú también has leído en alguna ocasión eso de que el público de la música clásica está envejecido o que no hay un relevo generacional. No voy a valorar esas afirmaciones sin dar un contexto. Y es que muchas veces culpamos de esta brecha generacional, en exclusiva, a la falta de educación artística en los colegios. En mi opinión, esa es la excusa perfecta que nos exime de responsabilidad en el desarrollo de audiencias.
Sin embargo, estoy convencido de que, aunque es totalmente necesario mejorar los currículos para que la educación artística tenga una mayor presencia, las familias, las comunidades y las instituciones culturales tienen mucho que aportar en el proceso de democratización cultural.
Las inquietudes artísticas y culturales de las personas adultas influyen directamente en su entorno más cercano. ¿Recuerdas lo que te comenté hace unos meses de romper barreras? Hace unos meses me propuse favorecer que personas que no habían tenido todavía contacto con la zarzuela tuvieran la ocasión de disfrutar de un espectáculo por primera vez, y he de decirte que la experiencia no puede ser más enriquecedora. Para ellos, y también para mí.
Este experimento me ha permitido descubrir de primera mano el poder que tenemos los seres humanos de conectar con las emociones de otras personas a través de las expresiones artísticas.
Y es precisamente esa experiencia la que me anima a pensar que no todo depende de lo que hagan los demás, de buscar culpables externos que nos den consuelo. Cada uno, desde nuestro propio espacio, podemos emprender acciones para que las personas que tenemos alrededor, ya sean infantes, adolescentes, jóvenes, adultos o ancianos, participen de la vida cultural de nuestro entorno.
Por supuesto que las instituciones culturales también tienen mucho que decir (o, más bien, hacer), y del mismo modo que las personas individuales podemos tomar acción, son las personas que hay detrás de cada una de las instituciones las que deben asumir ese compromiso y poner en marcha propuestas que permitan conectar con la sociedad.
Si volvemos a centrarnos en la audiencia escolar, las orquestas y teatros españoles apenas tienen departamento de proyectos educativos desde hace unos pocos lustros. La Red de Organizadores de Conciertos Educativos y Sociales es una comunidad que impulsa y conecta a las instituciones implicadas en el desarrollo de proyectos educativos y sociales. Fundada en 2010, promueve la música como un elemento educativo de primer nivel en cualquier sociedad a causa de sus valores y su potencial.
Es labor conjunta seguir investigando y creando proyectos para cambiar nuestro entorno artístico y favorecer el acceso a la cultura a todas las personas. Creo esencial que dejemos de buscar culpables y sigamos ahondando en encontrar soluciones y aportaciones de valor a un ecosistema, el cultural, que necesita de nuestra creatividad para volver a lucir todo su esplendor.
Si un servidor con 25 años y un pequeño blog pudo levantar la voz y hacer reflexionar a unos pocos miles de personas sobre la importancia de la educación artística. ¿Qué no podríamos hacer juntos?
avaratar dice
El arte y la cultura están desapareciendo en el s. XXI. Nos adentramos en un neofeudalismo de la globalización en la cual a la banca no le interesa la cultura.
JORGE CÓRDOBA VALENCIA dice
El Arte y solamente el Arte es la actividad que puede enderezar a este loco planeta.
El Arte es la única actividad que puede educar las emociones de quienes la practican y uno de sus objetivos es REHUMANIZAR al ser humano. Parece un juego de palabras, pero no hay ninguna otra actividad que le
permita a todo quien la practica, desarrollar su sensibilidad y conducirlo de manera total y directamente al
conocimiento y asimilación del Amor. Aunque parezca un planteamiento banal o cursi, todo ser humano que no recibe una verdadera y sincera dosis de Amor, difícilmente podrá desarrollar un Amor y respeto por el ser humano en toda su extensión, así como a la Madre naturaleza en su fauna, flora y el mundo animal.
Omitir la Educación Artística generará un retroceso en el desarrollo emocional de la Humanidad. Opongámonos con total resistencia. ¡Viva el Arte!