Desde sus orígenes en 1973, el Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes de la Música de la Universidad Autónoma de Madrid ha sido un espacio de expresión e investigación musical, fruto de las diversas perspectivas propias de cada director. Su historia es la historia de las personas que han hecho posible su existencia y su evolución.
Por Luis Felipe Camacho Blanco
Cincuenta años es un periodo que nos resulta lejano y cercano al mismo tiempo. Por un lado, la España de hace cincuenta años no era la misma. Si nos remontamos a 1973, se hace patente el ineludible paso del tiempo a través de los cambios sociopolíticos, culturales y demográficos. Hemos cambiado como sociedad tanto como ha cambiado la música y la forma de escucharla. Sin embargo, la permanencia de instituciones como el Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes organizado por la Universidad Autónoma de Madrid desafía el devenir del tiempo, manteniéndose como un remanso de música, cultura, investigación y patrimonio. Por supuesto, el Ciclo también ha cambiado: ha ido adaptándose a los tiempos, haciéndose eco de la actualidad, no solo musical, sino del mundo que le rodea.
Esa evolución, ese estar en y para el mundo, ha sido y es lo que convierte al Ciclo en un organismo vivo y viviente, porque tras él ha habido innumerables personas insuflándole vida. Como decía uno de los padres fundadores de la Unión Europea, Jean Monnet: ‘los hombres pasan, pero las instituciones quedan; nada se puede hacer sin las personas, pero nada subsiste sin instituciones’. Contar la historia de los cincuenta años que cumple el Ciclo es contar la historia de esas personas que han estado tras él. La historia de sus directores, de los músicos que han hecho de él su espacio de representación y expresión, del público que ha asistido y compartido ese espacio para deleitarse o simplemente descubrir nueva o vieja música; y, en definitiva, la de todos aquellos que han sumado su melodía a esta gran sinfonía, de momento, y esperemos que siga así, inacabada.
Los orígenes
El inicio del Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes tiene un protagonista: José Peris Lacasa. Compositor, pedagogo y catedrático de la UAM. El Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes comenzó su andadura con el compositor Krzysztof Penderecki, quien inauguró la lista de grandes personalidades que el profesor Peris tuvo el acierto de vincular a esta actividad, ofreciendo un coloquio con audiciones en el Salón de Actos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad el 22 de octubre de 1973. La inauguración no solo fue un éxito de público, sino que sentaba las bases de una de las señas de identidad del Ciclo, que perdura hasta el día de hoy: la fusión de la música, el diálogo y la pedagogía. Durante el primer año, los salones y aulas de la Facultad acogieron a músicos de la talla de André Watts, Nicanor Zabaleta o Arthur Rubinstein.
El éxito del primer Ciclo llevó a una colaboración con el Teatro Real, donde se celebró uno de los conciertos del año siguiente, protagonizado por la Orquesta Sinfónica Brasileira. Con el paso del tiempo, esta relación se hizo cada vez más estrecha, hasta convertirse en la segunda sede del Ciclo. Asimismo, esa relación con el Teatro Real se extendió a la propia Familia Real; especialmente la reina Sofía asistió en numerosas ocasiones al Ciclo a lo largo de los años. En la segunda temporada, Andrés Segovia protagonizó uno de los eventos más importantes en la historia del Ciclo: su coloquio-concierto reunió a dos mil alumnos en el Salón de Actos de la Facultad de Filosofía y Letras. Con tanta expectación y público, las condiciones que ofrecía la Universidad para estos eventos comenzaban a resultar insuficientes y, aunque la Universidad continuó siendo el lugar de encuentro habitual, la colaboración con otras instituciones como la Dirección General de Patrimonio Artístico y Cultural o Radio Televisión Española, brindó oportunidades únicas para ampliar el alcance de los conciertos y coloquios.
Con el tiempo, el Ciclo fue evolucionando, y su espontaneidad inicial se transformó en una institucionalización cada vez más consolidada. Sin embargo, el objetivo seguía siendo el mismo: proponer una oferta musical de gran calidad que acercara los grandes autores e intérpretes a los estudiantes. Los conciertos comenzaron a realizarse en otros escenarios aparte de la Universidad Autónoma y el Teatro Real, como la Iglesia de San Fernando en Madrid, o incluso en algunas iglesias de Burgos con motivo de un homenaje al compositor Antonio de Cabezón. En la cuarta temporada se organizó el pionero Ciclo de Música Barroca, que formaría parte de la programación durante algunos años siendo acompañado por pequeños ciclos como La Orquesta de Cámara en la Europa de nuestro tiempo o el Ciclo de Música de Cámara, que tuvo mucho éxito ya que algunos de sus conciertos se emplazaban en el Palacio Real y en ellos se utilizaban los Stradivarius palatinos. Los Stradivarius de Palacio protagonizaron auténticos hitos musicales, como los conciertos de cuartetos de Beethoven a cargo del Cuarteto Endres en el II Ciclo de Música de Cámara (febrero de 1983).
El Ciclo, que había surgido modestamente, pero con una prometedora visión, había evolucionado de manera notable en su primera década de existencia, lo que le permitió enfrentarse con éxito a grandes producciones. Un claro ejemplo de ello fue la interpretación de los seis Conciertos de Brandeburgo de Bach durante tres sesiones consecutivas, los días 20, 21 y 22 de abril de 1989, como parte del Ciclo XVI. Para el inicio de la siguiente temporada, se llevó a cabo una interpretación íntegra de las sinfonías de Beethoven, los días 22, 23, 24 y 25 de noviembre de 1989.
Otro hito importante fue el homenaje a Mozart, que ocupó nueve días entre noviembre y diciembre de 1991, durante los que se interpretó un buen número de sus obras. Aquel Ciclo que había reunido a dos mil alumnos en un salón de actos ahora llenaba el Teatro Real durante varios días. Un claro signo de la cálida acogida y la importancia que tuvo en sus primeros años, al mismo tiempo que un reflejo de la manera en que se escuchaba la música en aquel entonces.
Nuevos tiempos
Durante la década de los 90, el Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes experimentó cambios significativos. La jubilación de José Peris en 1989, sumada a la reciente acreditación del Doctorado de Música, evidenció la necesidad de crear un marco institucional que pudiera armonizar las propuestas académicas y el referido ciclo.
En efecto, el Centro Superior de Investigación y Promoción de la Música (CSIPM) se erigió como la entidad encargada de materializar tal propósito. El liderazgo del Centro recayó inicialmente en la figura de José Peris, quien ejerció como profesor emérito hasta el año 2003. A partir de ese momento, el legado musical de los grandes autores e intérpretes pasó a ser regentado por el profesor Alfredo Vicent, primer doctor en España en Historia y Ciencias de la Música. De esta manera, el CSIPM se consolidó como un espacio idóneo para la preservación y divulgación de la música.
En esta década acontecieron dos sucesos de importancia. El primero fue el asesinato del catedrático Francisco Tomás y Valiente a manos de ETA en la Universidad Autónoma. Este acontecimiento causó gran conmoción en la comunidad universitaria y desde entonces se ha honrado anualmente su memoria con el Concierto para la Paz, una forma de mantener vivo el recuerdo de aquel aciago día y de exigir una universidad libre de violencia. El segundo evento destacado fue la celebración de las bodas de plata del Ciclo, que presentó una ecléctica mezcla de estilos musicales y culminó con la integral de las sinfonías de Beethoven. El 23 de mayo 2003, tras treinta años al frente del Ciclo, José Peris recibía el emotivo homenaje de la Real Orquesta Filarmónica de Flandes, como director saliente.
El nuevo director Alfredo Vicent se encontró con el reto de asumir un proyecto musical tan emocionante como imponente. Vicent optó por la estrategia más sabia: continuar con el legado de su predecesor. No obstante, estos eran tiempos distintos a aquellos en los que se podían proponer grandes formatos musicales. Por ende, las producciones del Ciclo optaron por repertorios menos ambiciosos. Sin embargo, la primera programación bajo el liderazgo de Vicent fue una enérgica declaración de intenciones, al reunir en un mismo Ciclo (el de 2004) a intérpretes tan diversos y destacados como la soprano Teresa Berganza, el laudista Said Chraibi y el pianista Randy Weston.
En la época de Vicent las grandes obras y autores seguían siendo una constante en la programación. Así, en 2006, en el Concierto por la Paz se interpretó el famoso Orfeo de Monteverdi. En junio de 2008, como broche de oro de la temporada, se presentaron las suites orquestales de Bach. En 2010, el compositor sueco Johan Ullen estrenó en España su obra orquestal Amygdala, que causó gran impacto en la audiencia.
Además del notable decrecimiento en los formatos, el gran cambio de era lo marcó el traslado de la sede del Ciclo. El Teatro Real dejó su lugar al solemne Auditorio Nacional de Música, que se ha convertido en su hogar actual. Este traslado no disminuyó la calidad de las presentaciones, al contrario, ofreció la oportunidad de experimentar con nuevos formatos. Oportunidad que aprovechó desde el principio la siguiente directora del Ciclo: la catedrática Begoña Lolo.
La nueva era
Begoña Lolo asumió la dirección del CSIPM y, consecuentemente, del Ciclo de Grandes Autores e Intérpretes, en 2012. Catedrática de Música, Premio Nacional de Historia con la obra colectiva Los Símbolos de España, doctora en Historia del Arte, autora de numerosos artículos y libros y destacada cervantista, Lolo otorgó a la Musicología un reconocimiento académico en la Universidad Autónoma de Madrid que otrora no tenía.
Bajo su dirección, la programación del Ciclo experimentó importantes cambios. En primer lugar, se dio mayor presencia a la investigación musical y a la recuperación del patrimonio musical, ofreciendo un repertorio más diverso y enriquecedor. En segundo lugar, hubo un mayor énfasis en la visibilidad de compositoras e intérpretes, quienes encontraron en el Ciclo un amable espacio de presentación. Por último, el Ciclo incluyó nuevos formatos que unían música y dramaturgia, ofreciendo una experiencia más completa y emocionante.
La labor de Lolo trascendió los límites del propio Ciclo. Su impulso fue decisivo en la implicación de la Universidad y otras instituciones con la música y en la mejora de la comunicación pública tanto de los conciertos como de las actividades del Centro Superior de Investigación y Promoción de la Música, una tarea que resultaba necesaria en ese momento. En definitiva, Begoña Lolo fue una fuerza renovadora para el Ciclo.
Así lo atestiguan las diez temporadas que dirigió (de la XL al XLIX), con el estreno de cinco obras de encargo (Las mujeres y el Quijote de Leticia Armijo, Pensares de Rocinante de José Buenagu, De los amores en Don Quijote de Beatriz Arzamendi, Les Rois Mages de Fabián Panisello, y Nocturnos de Andalucía de Lorenzo Palomo) y veinticinco obras recuperadas del patrimonio, diecinueve congresos, seis jornadas cervantinas, dos encuentros de investigación y dos concursos de composición. Así como la publicación de siete libros en la colección ‘Música y Musicología’ y la publicación de cuatro discos, junto a un gran corpus de contenido audiovisual. Destacan dos actividades en la era Lolo: la producción musical de óperas semiescenificadas en el Auditorio Nacional de Música, una novedad que además se apoyaba en la recuperación del patrimonio, y la creación del curso ‘Dale Créditos a tus Oídos’, que no solo evocaba las charlas de intérpretes y compositores que dieron origen al Ciclo, sino que, además, se imbricaba directa e institucionalmente en la vida universitaria.
Presente y futuro
A mediados de 2021, la dirección del CSIPM pasa al profesor Germán Labrador, cuya labor investigadora se ha centrado en la música en la corte de Carlos III y Carlos IV, así como en el teatro musical español durante esa misma época; sobre él ha recaído la programación del Ciclo núm. 50, que ha supuesto una lógica continuación de la labor de su predecesora.
La Universidad Autónoma de Madrid cuenta con una sólida tradición musical que le ha permitido ofrecer un Ciclo basado principalmente en producciones propias, con una destacada presencia de investigadores vinculados a la propia institución, y con una vocación que ya se había consolidado en los Ciclos previos: se trata del único Ciclo que abarca en su programación un recorrido por nuestro legado musical, explorando diversos repertorios desde el siglo XVI hasta el XXI, tanto instrumentales como vocales, de cámara o de orquesta, con obras reconocidas y otras que son recuperación o estreno, incluyendo también piezas de teatro musical de pequeño formato de nuestra tradición musical.
En esta línea, el enfoque del actual 50 Ciclo ha incorporado la reivindicación no solo de la música española, sino también de sus intérpretes; en esta temporada han participado en el Ciclo Anna Fedorova, Hiro Kurosaki, John Kenny, Letty Stott y el coro mejicano Yolotli, pero también La Danserye, la Camerata del Prado, la Camerata Antonio Soler, y solistas como Emilio Moreno o Josetxu Obregón. Para el mes de mayo se espera la colaboración de tres coros universitarios madrileños con la orquesta sinfónica CIVIS, formada por músicos de ocho universidades europeas, y en el mes de junio Santiago Auserón, acompañado por la orquesta Reino de Aragón, rematará con su personal maestría este 50 Ciclo.
En cincuenta años los gustos y la práctica del concierto han cambiado, como lo han hecho el público y la UAM. Sería deseable que el Ciclo llegara a su edición 100; si sucede así, será porque habrá sabido seguir cumpliendo su función, ofreciendo una programación abierta a diferentes épocas y modos de hacer música, y ampliando los límites del concierto con propuestas diferentes. En definitiva, mostrando su singularidad como un ciclo de música universitario.
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